Cincuentenario: Retazos de la memoria

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En la jornada por la memoria, que se realizó el martes 26 de abril en la sala Irala Burgos, el profesor Santiago Caballero realizó un emotivo recorrido por los 50 años de la carrera de Comunicación. Ventana Abierta reproduce sus palabras in extenso, ya que no tienen desperdicio.

Muchas gracias por compartir este panel en este Día del Periodista, en el Cincuentenario de la creación del hoy Departamento de Ciencias de la Comunicación, en el homenaje al fundador, el Paí Oliva. Comparto la mesa con el Pa’í Oliva, con  Rogelia Zarza, de la antigua generación, con Sergio Ferreira y Pedro Kriskovich, de las intermedias y yo, de la novísima generación. Gracias.
Recordamos a Santiago Leguizamón, querido exalumno del Departamento. Su recuerdo va unido a su testimonio: “Prefiero la muerte física a la muerte ética”;  un hermoso resumen de un programa de vida, de un ideal de la profesión, cuyo lado más hermoso y desafiante es el compromiso por los cambios, por la búsqueda de una sociedad sin corruptos, sin narcotraficantes, con mayor equidad, con justicia, con igualdad de oportunidades. Gracias, Santiago, exalumno, amigo.
Gracias, al Pa’í Oliva. Lo que ha sembrado hace cincuenta años sigue tan campante, no como el wisky de la publicidad, sino como los granos que echan raíces, se convierten en árboles que reverdecen, que dan frutos que se reproducen en diversas chacras,  en varios espacios, con las viejas y las nuevas tecnologías.
Me tocó muy curiosamente participar de los primeros años de la creación del Departamento. Conocí al Pa’í Oliva en sus charlas con los jóvenes; en las “Misa agogó”, en Cristo Rey; en los debates de las películas proyectadas en el Cine Club Universitario y más de cerca en un pequeño programa en radio Cáritas, que  yo dirigía, con participación de los  miembros de la Juventud  Estudiantil Católica (JEC). De ahí surgió la posibilidad de una beca para estudiar comunicación en la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul, en Porto Alegre, Brasil. Con el apoyo del P. Oliva, me fui y allí empecé  los estudios de la comunicación. Corría el año 1968 del siglo pasado; a mi vuelta, en el  70 ya no estaba el P. Oliva, el Tirano lo había expulsado. Pero, hace unos años, me crucé de nuevo con el P. Oliva. Ejercíamos ambos la docencia en la carrera de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Asunción. Funcionaba en la Facultad de Filosofía. Por supuesto, apoyamos a los docentes y a  los alumnos en el proceso de cuestionamiento al manejo arbitrario y corrupto de la decana. Entonces, la misma, hoy destituida, acusó a cinco docentes de incidentar contra la paz pública y de  “utilización política de la cátedra”. Tengo el gran honor de compartir esa lista nada menos que con el Pa’í Oliva.
Volvamos para atrás; cuando expulsaron al Paí Oliva, reinaba en el Departamento un ambiente de tristeza, de impotencia. Su sucesor, el Pa’í José Miguel Munárriz, sin embargo, logró no solo levantar los ánimos sino a empujar con ahínco las gestiones hacia  los nuevos tiempos . Nos trasladamos de Cristo Rey al sótano, donde permanecimos por largos años. Le sucedió Angel Llorente, miembro del cuerpo diplomático de la Embajada de España. Con sólidos conocimiento del cine, nos ayudó a formarnos en el lenguaje de la época: el audiovisual. Su preocupación por lo social queda plasmada en su dinámica participación en el proyecto “Marandú”, un acercamiento a las culturas indígenas, a su realidad, desde la Universidad. A su vuelta a España, se dedicó al cine. Es el coautor, con José Luis Garci, del primer filme español ganador del Oscar, en la categoría de película extranjera. Su título: “Volver a empezar”.  El cuarto director fue Sebastián Díaz Roig. Un compatriota egresado de la Universidad de La Plata. Nos trajo ideas y dimensiones nuevas de la profesión y fue en su ideología y proyecciones muy coherente con sus antecesores. Después ya vinimos marchando los ex alumnos: Ilde Silvero, Santiago Caballero, Jorge Roux, Oscar Torrents y luego le tocó el turno a las damas, Susana Aldana, Diana Serafini, Dania Pilz y Lourdes Aquino, la única no exalumna.
En síntesis: Gracias al Pa’í Oliva y al Pa’í Munárriz; fundaron y marcaron algunas características que hasta hoy perduran: Uno: la comunicación crea relaciones; para ello hay que formarse, estudiar, practicar, analizar, debatir. En sus inicios el Departamento era mucho más que las  aulas, eran los espacios, dentro y fuera de la facultad,  donde daba gusto ir, donde siempre había algo qué hacer en y desde la comunicación. Dos:  la comunicación y los procesos comunicacionales llevan dentro  la capacidad de cambiar, de renovar, de influir en la sociedad en la búsqueda de la justicia, de la igualdad, de la fraternidad, ya que no podemos ser neutrales,  debemos, siempre, optar por la verdad, la justicia.
Otros puntos sueltos que no quiero dejar de mencionar: Tanto Pa’í Oliva como Pa’í Munárriz fueron expulsados por el Dictador. Sebastián Diaz Roig fue exilidiado a un pueblo del interior, creo que fue Mbuyapey o Sapucai (lo confirmaré) y todos los otros directores hemos tenido algún tipo de apremios desde la Dictadura que no simpatizaba con nosotros. Tuvimos activa participación en la creación del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP) y desde la cátedra de Práctica Profesional, a pedido del SPP,  se ha elaborado, bajo mi dirección, el único borrador  del Código de Ética del Periodista Paraguayo.
Gracias a todos por esta pequeña historia. Gracias a la vida que nos permitió participar en ella. Gracias a los alumnos actuales, varios de ellos hijos e hijas de anteriores alumnos, por seguir con nosotros  los testimonios de grandes como Oliva, Munárriz, Leguizamón, Llorente, Díaz Roig y un gran número de exalumnos sobresalientes en varias ramas de la comunicación.

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