Del dulce ka’i ladrillo al amargo cautiverio en el Mercado 4 

“El ladrillo del mono”, para quienes les resulta difícil entender el guaraní; «ka’i ladrillo», para el campesino guaraní parlante, y dulce de maní para quienes no lo conocen como lo primero y segundo. El «ka’i ladrillo» es un postre típico de la gastronomía popular paraguaya preparado con manduvi (maní) y eíra hu (miel negra), rico en valores proteicos y calóricos. 

Texto: Aramí Jazmín Martínez Díaz

Imagen: Gentileza

El nombre «ka’i ladrillo» deriva de la unión de vocablos guaraní y castellano; se trata de una fusión bilingüe que significa «mono» y «ladrillo». Entonces, el «ka’i ladrillo», figurativamente, es el «ladrillo del mono», debido a su forma rectangular igual al ladrillo (elemento utilizado en la construcción) y a los gustos del ka’i mirikiná (típico de las zonas boscosas).  En el interior del país comentan que el ka’i mirikina gusta de todos los frutos dulces que encuentre a su paso, por lo que este alimento azucarado en particular le apetece en sumo grado.

El paraguayo gusta y conoce de este postre típico de la cultura culinaria nacional, como lo más próximo a los monos, solo por la semejanza en el nombre. Sin embargo, la situación de estos mamíferos se aparta de lo dulce dentro del Mercado Municipal Número 4 de Asunción.

En nuestra sociedad es habitual ver monos en las casas, dada la facilidad para conseguirlos en el Mercado Municipal N° 4. Según datos de la Fundación para la Tierra, de las cinco especies que hay en Paraguay, ninguna es apta para ser mascotas.

Tráfico de animales

No existen cifras sobre el tráfico de este animal, pero se estima que el negocio de capturarlos y venderlos es elevado. La población de monos silvestres está decreciendo a causa de la permanente adquisición y venta en el citado establecimiento comercial asunceno.

En los pasillos del Mercado 4, los vendedores de estos mamíferos, con voz potente y sin ningún temor ante la inesperada llegada de alguna autoridad, ofrecen el animal, al precio de G. 200.000 en adelante, «el mono que te guste», «el que quieras llevar».

Las opciones para el potencial comprador van desde el karaja, hasta el mono capuchino y el mono brasileño.

La vida en peligro

Según la primatóloga Rebeca Smith, tener en cautiverio a los animales pone en peligro su vida, ya que viven principalmente en grupos, poseen un comportamiento social y dieta complicados.

El trabajo de Smith en Paraguay lleva a la fecha cinco años de investigación, por lo que considera que esta especie requiere entre ochenta a noventa hectáreas para desplazarse, por lo que el cautiverio en los pasillos del Mercado 4 afecta directamente su desarrollo. Las especies puestas a la venta son concentradas en precarias jaulas, visiblemente sucias, atentando contra la salud de estos animales.

Desde enero del 2018, la National Geographic apoya el proyecto Capuchinos PLT, la única investigación sobre la ecología de los monos capuchinos (mono ka’i) del Bosque Atlántico del Alto Paraná, llevada a cabo por la Fundación para la Tierra.

En el país está vigente la Ley de Vida Silvestre N°96/92, que en su artículo 35 prohíbe la tenencia y exhibición de todas las especies de la fauna silvestre que no cuenten con una expresa autorización de la autoridad competente, que actualmente es la Secretaría del Medio Ambiente.

Concedido el permiso correspondiente, el animal debe ser conservado en las condiciones mínimas de cuidado establecidas en la resolución N° 59/10, que establece los estándares y criterios básicos sobre el cuidado de los animales silvestres en cautiverio completo.

La violación de esta normativa es pasible de sanción con pena de uno a cinco años de cárcel, el decomiso de los elementos utilizados para el efecto y multa de quinientos a mil jornales mínimos legales para actividades diversas no especificadas.

En el año 2016, la Dirección de Vida Silvestre de la Secretaría del Medio Ambiente indicó que «ya pasó el siglo en el que los animales debían estar cautivos, hoy proponemos que el animal viva en su medio silvestre», iniciando con ello una serie de fiscalizaciones para controlar la situación de los animales silvestres como mascotas.

La campaña «No soy mascota» de la Fundación para la Tierra busca generar conciencia respecto a este problema a través de las redes sociales y crear una base de  base de datos del tráfico de monos en nuestro país.

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