Libres de miedos y llenas de poder

Nota: Eva Raquel López Ortiz

Foto: Josué Congo

El Día Internacional de la Mujer contó este año con una fuerza mayor. Las mujeres decidieron no permanecer pasivas a los constantes atropellos a sus derechos y optaron por dejar de ser simples oyentes de las escalofriantes cifras  de feminicidios para alzar la voz  y hacer sentir sus reclamos. La marcha del 8M fue el medio fundamental para expresar esas disconformidades que afectan no solo a uno, sino a varios sectores de la sociedad.

La multitud fue la más grande prueba de la existencia de actitudes hostiles hacia las mujeres, ya que en su mayoría fueron las mismas protagonistas las que marcharon y exigieron una mayor visibilización de la problemática. La convocatoria también reflejó el nivel de hartazgo femenino. Indígenas, campesinas, estudiantes se unieron para expresar el mismo mensaje de reivindicación: ya no permitirían que sus derechos sean vulnerados y acallados, de ahora en más romperán con el silencio de tantos años.

Las situaciones alarmantes, como la violencia contra niñas y mujeres, la brecha salarial existente entre ambos géneros, la falta de condiciones de trabajos para madres, entre otras cuestiones fundamentales fueron también  cuestionadas en este festejo tan particular del Día de Mujer. Los cánticos y gritos durante la marcha evidenciaban la sensación de precariedad que tenían las mujeres acerca de políticas eficientes que garanticen su protección integral.

Lastimosamente, la seguridad que ofrece el estado se ve corrompida por la postergación y minimización de los conflictos que involucran al género femenino, lo que resulta en muchas ocasiones en una naturalización de la situación, lo que lleva a  su vez a una réplica del hecho debido a que no existe ningún tipo de sanción. Cambiar estos procesos necesita, sin lugar a dudas, del despertar de una población que diga ya no más a las constantes injusticias que suceden por el simple hecho de ser mujer.

En definitiva, el 8M contribuyó a que muchas mujeres se animaran y formaran parte de esta marea violeta que busca generar un llamado de atención a toda la sociedad acerca de los constantes casos que involucran y colocan a la mujer en un lugar de desventaja. Las actitudes respecto al tema deben ser cambiadas inmediatamente, para que así en el futuro podamos contar con mujeres seguras y con garantías, acompañadas de un estado firme, que las asista y acompañe.

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