La Biblioteca y el Archivo del Congreso, abierto a todos

 

Por Santiago Caballero
Foto: Centro Cultural El Cabildo

“¿Es el edificio con los jardines en el techo?” , me preguntó una alumna cuando le explicaba a la clase mi lugar de trabajo. Es una hermosa percepción de un edificio con una singular, atractiva y simpática estructura. Desde la entrada por el centro de la ciudad,  efectivamente el techo se extiende verde, lleno de vida; desde la entrada central, la vista se pierde en el río y en la zigzagueante, movimentada, costanera. Es, pues, un regalo para la vista, como es un obsequio para la ciudadanía, para el fortalecimiento de la democracia: la Biblioteca y Archivo Central del Congreso de la Nación (BACCN).

Con mucho entusiasmo, con sobrada paz, me compenetro con este monumental desafío para todos cuantos hemos sido convocados para  dinamizar su misión. Me ilustran que la Biblioteca y Archivo Central debe mantener y poner a disposición la memoria legislativa del  proceso histórico y político del país, por los medios tradicionales y los más avanzados de la tecnología. Esta disposición ayudará a optimizar la labor de los Señores Senadores y de los Señores Diputados, así como el trabajo de los funcionarios de ambas Cámaras, de los técnicos, de los asesores. Todo el acervo aquí disponible son un conjunto de herramientas para el mejor diagnóstico de las necesidades de la gente, para la actualización de las leyes vigentes, así como para la producción de las nuevas. Este servicio, a su vez, se expande, se proyecta, en su disposición, a todos los otros poderes del Estado, así como a las instituciones públicas y  privadas interesadas en la legislación y en  los temas complementarios.

Siempre sostuve que las bibliotecas y los archivos no son los depósitos de los libros y de los documentos. Siempre cuestioné que las bibliotecas, incluyendo las de las universidades, tuvieron horarios restringidos, solo de día, nunca los fines de semana, los feriados. Es cierto, la BCCCN también guarda y custodia los diversos volúmenes, es parte de sus objetivos, y, por ahora, tiene horarios restringidos. Pero, su razón de ser es constituirse en puente del Congreso con la sociedad, con la gente, estar en permanente diálogo con la sociedad, con los sectores organizados o no, con los niños, los jóvenes y los adultos; porque sólo de esta forma ayudará a crear en la gente la conciencia de la importancia de las leyes como raíces, como cimientos del sistema republicano y de la convivencia democrática.

Es altamente satisfactorio ver aquí a niños y jóvenes, de forma individual o grupal, curioseando sobre las leyes, los documentos, los antiguos y los nuevos; así como, observarlos leer, debatir, representar, dibujar o interactuar con las nuevas tecnologías en los  temas de las leyes, de las producciones de autores nacionales y del mundo entero. A la disposición de todos se encuentran los archivos, los libros, en los formatos tradicionales y, poco a poco, en los más avanzados de las tecnologías como corresponde a un servicio moderno, ágil, en permanente cambio para mejorar, para estar al alcance de todos.

Lentamente, pero con “la puntual constancia de las constelaciones”, como dice el poema de Hérib Campos Cervera, aquí se esparcen las semillas y se abonan las cimientes porque se espera un futuro diferente. Conocer, analizar, amar la memoria histórica de la nación posibilitará un futuro más promisorio para todos. Así, el Congreso de la Nación implementa este espacio con la certeza de las utopías: aún no son una realidad, pero están en camino; desde la vera de la bahía de la Asunción y de la costanera, propicia un permanente diálogo con la gente, para trazar todos juntos las normas más apropiadas de una sociedad, justa, fraterna, donde se dé la plena vigencia de todos los derechos humanos de todos los habitantes.

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