Texto: Montserrat Valladares
Foto: Internet
Si debemos buscar la esencia de la carrera de Ciencias de la Comunicación para definir lo que significa ser un comunicador hoy, o citar rápidamente cuáles son las condiciones que debe reunir un comunicador, probablemente nos equivocaríamos. Quienes hoy ejercen en el mundo profesional con el título de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, ya no están atados a un tipo de profesión específica, y pueden ser comparados con aquellos que eligen la filosofía como profesión.
Desde mi experiencia personal, puedo decir que decidí inscribirme a esta carrera con la ilusa convicción de convertirme en la próxima Martha Gellhorn, escritora y periodista estadounidense, considerada una de las corresponsales de guerra más importantes del siglo XX. Pero toda esta ilusión murió en el camino. Hasta el momento, no logro distinguir el preciso momento del desencanto. Aquel sueño, o delirio, habrá quedado en algún lugar en medio de la primera clase de periodismo y la primera experiencia de trabajo en el campo.
En el segundo año de la carrera tuve mi primera experiencia en el reportaje como cronista de un conocido medio de comunicación. Fue un año de nuevas y enriquecedoras experiencias y sobre todo de muchas primeras veces. La primera vez con un micrófono en mano frente a cámaras, la primera vez que redacté un copete, la primera vez que hice una entrevista. Sin embargo, también fue el año de la decepción. El año del “no podés decir tal cosa”, del “no podés poner la nota de fulana”, del “andá a cubrir la conferencia de prensa del socio del dueño del medio”, del “lee nomás la noticia menos densa” o del “desfila para la cámara” pero particularmente el año de reunir la mayor cantidad de información posible, sin importar si esta era información de calidad, o si tenía una verdadera relevancia para el público en general.
Si bien sabemos que existe una agenda a la hora de plantear las noticias del día, y que esta responde a intereses políticos y económicos. Este tipo de “periodismo” estaba muy lejos de aquel que había imaginado mientras veía a la intrépida Arwa Damon repasando heroicamente los antecedentes de la guerra en Siria, mientras esquivaba las bombas y disparos en el lugar de los hechos. Si, sé que esta es una comparación exagerada y completamente fuera de contexto, pero quería hacer algo que no fuera sólo dignificante sino gratificante al final del día, pero tardé poco en caer en la cuenta de que para hacer eso, necesitaba una verdadera libertad para investigar y decir lo que quería y ese lugar está reservado para unos pocos afortunados que se han ganado el “derecho a piso” a fuerza de cubrir a los miles de borrachos de la arbolada, entre otros personajes folclóricos de nuestro país. El resto de los puestos en el periodismo están esperando a los adiestrados soldados de las escuelas de locución o de redacción “en menos de 140 caracteres”.
Los espacios para la creatividad son pocos en el periodismo tradicional. Y es allí cuando aparecen opciones que de alguna manera nos vengan de aquel desencanto. Internet, en ese sentido, ha sido una gran ventana para aquellos que no veían la luz al final del túnel periodístico. Existen medios de comunicación alternativos que nos demuestran que el escribir o decir lo que queremos ya no está limitado por intereses políticos, económicos o por caracteres y espacios, ni necesita estar en la tapa de un diario impreso para ser leído. Probablemente esto no sea del todo rentable actualmente y es por eso que los medios tradicionales todavía son competitivos y tienen la cantidad de empleados que necesitan para servir sus intereses, pero esto cambiará en un futuro cercano e implicará una revolución del mundo de la información al cual los medios de comunicación tradicionales deberán adecuarse.
El comunicador necesita decir, pero también necesita pagar sus cuentas, y esto no podrá lograrlo escribiendo desenfrenadamente en un blog o en sus redes sociales. Así que quien no consiga decir lo que quiere y como quiere a través del periodismo tradicional, buscará inevitablemente otros caminos menos limitantes. Es así como muchos de nosotros terminamos eligiendo otros énfasis de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación que nos permiten innovar y crear dentro del sistema existente. El mundo de la publicidad ofrece espacios para aquellos que tienen algo nuevo que decir, ya que nada es más eficaz y rentable que la publicidad creativa. Las agencias publicitarias buscan personas que “piensen fuera de la caja”. Y así también, la mayoría de las organizaciones buscan impulsar ideas y proyectos desde la creatividad en la comunicación institucional para alcanzar sus metas. Estas son nuevas formas de comunicación que respetan nuestra naturaleza creativa como comunicadores, y que anteponen los ideales de aquellos que eligen como carrera “comunicar”. Los comunicadores en ese sentido no sólo queremos decir, ser creativos y fieles a nosotros mismos, sino también participar en una verdadera reconstrucción de nuestro mundo, para ello aprenderemos a usar la comunicación para el periodismo y algo más.