TEXTO: Mathias Garilek
En Paraguay, el campo y la ciudad se llenaron de miedo, de terror, porque había demasiadas víctimas y este hecho deberíamos recordarlo, porque el olvido o el desconocimiento podría conducirnos, tal vez, a la tentación de repetirlo», reflexionó Alcibiades González Delvalle, periodista paraguayo, ganador en el 2012 del Premio Lidia Guanes de Novela Inédita, en España, por su obra «El Viento Negro” inspirada en “La Pascua Dolorosa”.
El golpe militar del 4 de mayo de 1954, que trajo como consecuencia la renuncia del entonces Presidente Federico Chaves, marcó el surgimiento de un nuevo poder y una nueva institucionalidad jurídico-política, plasmada posteriormente en la Constitución de 1967. El 26 de mayo del mismo año, se realizó un gran acto gubernamental para sostener la candidatura del general Alfredo Stroessner. Las elecciones se efectuaron y lógicamente resultó vencedor el militar, por lo que se dio así el comienzo de una nueva etapa para el Paraguay. Los ejes centrales de este régimen fueron el fortalecimiento del Estado como único núcleo de toma de decisión, la imposición de orden y estabilidad política a partir de ese Estado. Este golpe fue el punto de partida para la creación de un “nuevo orden”.
A poco de asumir al poder, Stroessner inició una sistemática campaña de persecución, haciendo objeto de ella a todo aquel que discrepase con su política de neto corte autocrático y dictatorial. Contando entre fuerzas de opresión con elementos venidos de Europa, logró armar una perfecta máquina de terror con la que avanzó sobre los partidos de oposición e inclusive, contra aquellos que, militando en el mismo Partido Colorado, no aceptaban su modelo de gobierno. Stroessner era un dictador personalista y autoritario que reprimía con dureza a la oposición política y los movimientos sociales.
En la década del 70, se originó en el área rural del Paraguay un movimiento campesino llamado Las Ligas Agrarias, quienes además de luchar por la reivindicación de los derechos de los trabajadores agrarios, intentaron regularizar el problema de la tenencia de las tierras. La pobreza reinante en el interior del país y la inestabilidad del sistema debido a las desigualdades en la posesión de las fincas, fueron mitigadas, en parte por las migraciones masivas a la vecina República Argentina, y por los planes de colonización puestos en práctica por el gobierno a comienzo de los años 60, que aliviaron la tensión, sobre todo, en la Región Oriental.
En este tiempo surgieron las Ligas Campesinas impulsadas por la Central Cristiana de Trabajadores (C.C.T) y la Confederación Latinoamericana de Trabajadores (C.L.A.T), en forma de cooperativas de producción agrícola. Las Ligas constituyeron el primer movimiento de acción política independiente del campesinado paraguayo.
En enero de 1968, se realizó el Primer Congreso Inaugural de la Federación Cristiana Campesina (F.C.C.) que reunió a 500 delegados. Paralelamente se conformó la Federación Nacional de Ligas Agrarias Campesinas (FENELAC). El apoyo masivo por parte de los campesinos a las Ligas comenzó a preocupar al partido oficialista debido a que le restaba fuerza en el interior del país.
A partir de 1969 comenzó una violenta campaña de represión contra las Ligas, quienes ya contaban, en ese entonces, con unos 10.000 miembros. Las ideas asociadas a la teología de la liberación, influenciaron a ciertos sectores de las Ligas, a la par que comenzaron a plantear un sistema de lucha más expeditivo. Las dos líneas de las L.A.C. (F.C.C. y FENELAC) se unificaron en la Coordinación Nacional de Bases Campesinas Cristianas o KOGA (en guaraní, sembrado).
La década de los 70 se caracterizó por ser de bonanza económica, gracias al ingreso de dólares originados por la construcción de la represa binacional de Itaipú sobre el río Paraná, en la frontera con el Brasil. Sin embargo, también era una época de asfixia política, lo que sumado al influjo de movimientos insurgentes en los países vecinos, impulsó a algunos jóvenes a tomar caminos radicales en su resistencia a la opresión.
El descubrimiento de una supuesta organización armada en 1976, permitió a la policía Stronnista justificar una brutal represión en todo el país; la misma cayó sobre integrantes de organizaciones campesinas, obreras y estudiantiles. El ataque policial, que trajo como resultado más de 2000 campesinos arrestados y 20 líderes asesinados, tuvo lugar entre abril y mayo de ese año cuando el gobierno acusó a las Ligas de estar vinculadas a un movimiento guerrillero-estudiantil-campesino denominado Organización Primero de Marzo, el cual fue creado en el país a mediados de la década del setenta a fin de contrarrestar el régimen autoritario.
A este suceso se lo denominó La Pascua Dolorosa debido a que coincidió con la Semana Santa. La misma comenzó en San Juan Bautista de las Misiones, destino donde fue enviado con amplios poderes el comisario Camilo Almada Morel, alias “Sapriza”. Allí, en la cárcel de Abraham Cué, fueron llevados centenares de campesinos que habitaban compañías y pueblos vecinos. Ocho fueron ejecutados y otros traídos en camiones hasta Asunción. La persecución alcanzó varios departamentos del interior del país y destruyó toda señal de agrupación de trabajadores agrarios por muchos años.
La reprimenda dejó agrarios desaparecidos, torturados, golpeados salvajemente, humillados en las prisiones y encerrados en los campos de concentración Stronnista. Uno de ellos fue Silvano Flores. El 15 de abril de 1976, en Santa Rosa – Misiones, balearon el rancho donde vivía. Afuera del mismo, arrastraron a Silvano unos 40 metros y, atado a un árbol, lo sometieron a golpes de culata de fusil, hasta que lo degollaron frente a toda su familia.
Un año después, en 1977, la Central Cristiana de Trabajadores convocó a una reunión de líderes sobrevivientes de las Ligas, pero la policía interrumpió y arrestó a 19 personas. Entre los detenidos, figuraban algunos miembros de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores que se encontraban presentes. A raíz de las fuertes represiones, las Ligas comenzaron a desintegrarse poco a poco.
En Asunción también hubo apresamientos y muertes en las cámaras de tortura. Los casos más conocidos son los de Mario Schaerer Prono y Martín Rolón. Entre los detenidos y torturados se hallaban Miguel Ángel Perito, Carlos Fontclara, Guillermina Kanonicoff, Ignacio Parra y José Gil Ojeda.
Otras víctimas eran miembros de las Ligas Agrarias. Entre ellas se puede mencionar a Adoración Ferreira (Dorita), residente de la comunidad de Jejuí, quien a causa de las torturas, en la actualidad sufre graves perturbaciones psicológicas; Felipa Adolfina de Melgarejo, presa en Abraham Cué para pasar por varias dependencias policiales, hasta terminar en el campo de concentración de Emboscada; María Morel Céspedes, Gertrudis Felkan, familiar de liguistas detenidos; Blásida Falcón Escobar y Eulogia Falcón Escobar.
La Pascua Dolorosa es recordada cada año en Misiones, escenario de los más atroces crímenes cometidos durante la Semana Santa de 1976. Aunque ella trajo consigo la defunción de las Ligas Agrarias Cristianas, las mismas siguieron vivas en sus miembros, quienes dieron origen a casi todas las organizaciones campesinas posteriormente.