Renate Costa: “Necesitamos romper el silencio”

 

Nota: Leticia Ferro

Foto: Gentileza

renate costa

La cineasta paraguaya Renate Costa nos habla en esta entrevista sobre lo que significó para ella realizar el multipremiado documental “Cuchillo de palo”, que retrata una dura historia familiar, al mismo tiempo que reflexiona sobre este oscuro periodo de la historia reciente del Paraguay.

-¿Podrías narrar en qué contexto histórico se sitúa tu película?
-La dictadura en Paraguay empezó en 1954 y, una de las épocas más terribles, se dio pocos años después, cuando el general Stroessner empezó a reprimir fuertemente a la población. En ese momento, habían encontrado muerto a un locutor de radio muy famoso y, como había rumores de que era homosexual, supusieron que el asesino también debía serlo. Esa misma noche, la policía arrestó a 108 hombres y sus nombres fueron anotados en una “lista negra” que se filtró a la población para que la gente los discriminara. Al ser liberados, les raparon la cabeza y les hicieron desfilar en la calle principal de la ciudad. Fue un escarmiento muy fuerte, por eso, hasta hoy, el número 108  significa “maricón”, con un sentido muy peyorativo. Esto quedó muy grabado en nuestra memoria y se sigue usando como ofensa.
Veinte años más tarde, Stroessner volvió a repetir el mismo método de persecución y represión física y psicológica. En esta segunda lista estaba incluido mi tío Rodolfo.

-¿Cómo fue para que investigaras sobre tu propia familia?
-Empecé la película obsesionada con la frase que dijeron en el funeral de mi tío: “Rodolfo murió de tristeza”. «¿Eso es posible?», me pregunté. Y empecé a interrogar a mi papá, no por la muerte, sino acerca de la vida de mi tío. Poco a poco, mi recuerdo, que era solo una sombra, empezó a hacerse más nítido.

-¿Qué cosas sobre las que no tenías idea pudiste descubrir sobre tu tío?
-No tenía idea que estuvo en una de las listas de homosexuales y eso me explicó muchísimas cosas. Para mí, él siempre fue una persona muy compleja, parecía sumamente alegre superficialmente, pero al profundizar podías notar que fallaba algo. Lo que él y cientos de jóvenes vivieron es algo que no podemos dimensionar. Algunos de ellos tenían sólo 16 años y cuando la policía de la época te tenía fichado, eras sospechoso de cualquier otro asesinato, podías ser detenido e incluso torturado por ello.

-¿Cómo organizaste tu trabajo en cuanto a investigación previa al rodaje?
-Trabajamos muchísimo antes del rodaje: viendo otras películas, hablando mucho de cómo tenían que ver con la historia que yo quería contar. También consultando archivos históricos de dominio público y hablando con mi familia.

-¿Cómo reaccionó tu padre cuando le preguntaste sobre tu tío?
-Es una historia muy dura. Mi padre, que se defendía negando todo lo que había pasado, se emocionó mucho al ver todo el material antes de su estreno en la Berlinale (Festival Internacional de Cine de Berlín). Lo vimos en la habitación del hotel, una hora antes del estreno. Fue uno de los momentos más difíciles que pasamos, pero lo superamos.

-¿Cambió en algo la relación con tu padre el que hayas hecho esta película?
-Nuestra relación cambió muchísimo porque todo lo que teníamos que hablar está en la película, y cuando ya no hubo nada más de qué hablar… callamos. Creo que nunca más hablamos sobre la muerte de mi tío.

-Aparte de tu familia ¿quiénes colaboraron de manera más cercana con tu proyecto?
-El director de fotografía hizo un trabajo excelente: conocía los recuerdos que yo tenía de mi tío, los sueños que tuve, la forma en que miraba a mi papá, y la sonidista sabía perfectamente qué temas me incomodaban mucho, donde podía quebrarme. Los tres formamos un equipo muy íntimo y mi papa se sintió muy cómodo con eso. Tanto que a la gente que le conoce quedó sorprendida por su espontaneidad en la película.

-¿Considerás que hubo cambios en las condiciones de vida de las personas homosexuales en Paraguay desde la lista de los 108 a esta parte?
-Sí, la primera lista de homosexuales se hizo hace 50 años. Para la generación de mis padres aún es un tema tabú, pero en mi generación hay mucha más libertad y tolerancia.

-Tu película fue exhibida en importantes festivales, como Berlín y Cannes, ¿tuviste alguna reacción inesperada por parte de la audiencia?
-La proyección en Cannes fue muy emotiva y quedé muy sorprendida cuando una productora francesa contó su experiencia familiar y era muy similar a la de mi tío. En la Berlinale también fue muy bonito, un titular después del estreno decía “Cuchillo de Palo estremece en Berlin”.

-¿Cómo fue la reacción de la película en la audiencia paraguaya?
-Como hubo tantos años de silencio y tampoco hubo muchas películas sobre este periodo,  para mí era vital poder hablar sobre la dictadura con la gente de acá. En Paraguay, la película alcanzó todo su sentido, ya que la gente no solo hablaba sobre la represión de los homosexuales, sino también a los intelectuales, opositores políticos, pensadores, y cuanta persona fue injustamente perseguida. Hubo gente que vino por segunda vez acompañada de sus padres, familias enteras que vieron la película y les ayudó a tocar temas que ellos no se animaban a hablar.

-¿Qué enseñanza te dejó la experiencia con relación a la historia del país?
-Aprendí que necesitamos romper el silencio. Tenemos que enfrentar lo que pasamos, superar el miedo que se nos metió en la piel durante y después de la dictadura, luchar contra nuestra propia dejadez, interesarnos más por lo que pasa, romper las barreras que nos separan de nuestros vecinos y confiar mucho más en los demás.

 

 

 

 

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