Cuatro treinta


*Por María José Mernes

Una de cada 4 personas sufrirá un ACV a lo largo de su vida, y cada 30 segundos al menos diez personas en el mundo padecen uno. Constituye la segunda causa de muerte a nivel mundial y la primera causa de discapacidad en adultos. En Paraguay se registran más de ocho mil casos al año y hasta mil seiscientas muertes. El 29 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra el ACV, con la intención de concienciar sobre la prevención, detección y tratamiento de esta enfermedad que ha afectado profundamente la vida de incontables familias.

El ataque cerebrovascular (ACV) se produce cuando se interrumpe bruscamente el flujo de sangre en una arteria del cerebro, ya sea por un coágulo (ACV isquémico) o por la ruptura de un vaso sanguíneo (ACV hemorrágico). Esta interrupción del suministro sanguíneo —y, por ende, de oxígeno— afecta áreas específicas del cerebro, provocando que algunas funciones corporales dejen de trabajar correctamente o incluso se paralicen por completo. Cuanto más tiempo se mantiene interrumpido este flujo, mayor es el daño cerebral.

En una entrevista con el Dr. Ricardo Mernes, neurólogo especializado en patologías cerebrovasculares y jefe de la Unidad de ACV del Hospital de Clínicas de la Universidad Nacional de Asunción, se explicaron aspectos clave sobre el manejo y tratamiento del ACV en Paraguay.

El especialista señaló algunos de los principales síntomas a tener en cuenta: “Ocurre bruscamente, de golpe. Por ejemplo, puede haber una pérdida repentina del lenguaje, desviación de la boca hacia un lado —por eso, cuando evaluamos al paciente, le pedimos que sonría o que silbe—, debilidad súbita en una pierna o un brazo, o en ambos, y también pérdida brusca de la visión.”

Si cualquiera de estos síntomas aparece de manera repentina, no deben ignorarse ni esperar a que pasen, es fundamental acudir lo más rápido posible a un centro asistencial. “El tiempo es vital”, destacó el profesional.

El ACV puede ser fatal; de hecho, representa la segunda causa de mortalidad a nivel mundial. Sin embargo, incluso cuando no provoca la muerte, puede dejar graves secuelas. Cuanto antes reciba tratamiento el paciente, menores son las probabilidades de quedar con parálisis, pérdida de movilidad u otras discapacidades permanentes.

Si se trata de un ACV isquémico, causado por un coágulo que bloquea una arteria (presente en el 85 % de los casos), el paciente puede recibir un tratamiento intravenoso llamado reperfusión, cuyo objetivo es disolver el coágulo para restablecer la circulación sanguínea al cerebro. Para que este tratamiento sea efectivo, debe administrarse dentro de una ventana de tiempo de cuatro horas y treinta minutos desde el inicio del primer síntoma.

“Al recibir este tratamiento, el paciente tiene nueve veces más posibilidad de estar libre de secuelas a los tres meses del episodio, comparado con quien no lo recibe”, explicó Mernes. “Lo importante es el tiempo. Si el fármaco se aplica después de las cuatro horas y media, ya puede haber daño irreversible en el tejido cerebral, y además aumenta el riesgo de hemorragia”, añadió.

En Paraguay, desde el año 2015 el Hospital de Clínicas cuenta con este fármaco y con un equipo capacitado para administrarlo. Sin embargo, muchos pacientes de otras regiones no lograban llegar a tiempo dentro de la ventana crítica de tratamiento, o acudían a hospitales donde no había el medicamento ni personal entrenado.

Para enfrentar esta situación, en 2023 se lanzó el programa “Código ICTUS” o “Tele ACV”, que busca fortalecer el diagnóstico y ampliar la atención a pacientes con ataques cerebrovasculares.
“Lanzamos el programa inicialmente en el Hospital Regional de Coronel Oviedo, y luego se expandió al Hospital General de Luque, al Hospital Nacional de Itauguá y al Hospital Regional de Encarnación”, comentó Mernes.

El sistema consiste en un protocolo de emergencia que se activa cuando una persona con síntomas de ACV llega a uno de estos hospitales. Los médicos del lugar se comunican por vía telemática con los neurólogos del Hospital de Clínicas, quienes brindan soporte en tiempo real las 24 horas. De esta manera, pueden evaluar al paciente, confirmar el diagnóstico y guiar el tratamiento a distancia.

La implementación del Código ICTUS también implicó una capacitación intensiva del personal médico. Se organizaron 12 clases virtuales y talleres presenciales con simulacros en vivo, donde los profesionales fueron entrenados en la aplicación de tratamientos fibrinolíticos, destinados a disolver los coágulos responsables de este tipo de cuadros.

“Este sistema amplía la cobertura y agiliza la capacidad de respuesta, permitiendo no solo salvar vidas, sino también mejorar la calidad de vida de quienes sobreviven, al garantizar que reciban la medicación adecuada dentro de la ventana de cuatro horas y media, esencial para reducir los daños permanentes”, destacó el neurólogo.

¿Se puede prevenir?

El 90 % de los ataques cerebrovasculares pueden prevenirse si se controlan adecuadamente los factores de riesgo. Entre los principales se encuentran: hipertensión arterial (el más importante de todos), diabetes, colesterol alto, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, sedentarismo, obesidad y mala alimentación. “Controlar la presión, el azúcar, el colesterol y mantener hábitos saludables reduce las probabilidades de sufrir un ataque en un 90 %”, señaló Mernes.

El ataque cerebrovascular (ACV) es una enfermedad que impacta profundamente, no solo en quien la padece, sino también en la vida de toda su familia. Sus consecuencias pueden ser devastadoras o incluso mortales; por eso, informarse adecuadamente es esencial.

La concienciación es clave para reducir la cantidad de casos, ya que permite entender en qué consiste esta enfermedad y cómo disminuir los factores de riesgo. También es vital para reducir el número de muertes y secuelas, pues reconocer los síntomas a tiempo puede marcar la diferencia. Cuanto menos tiempo se pierda en detectar los signos y acudir a un hospital con el equipo preparado, mayores serán las posibilidades de recuperación.

“Cada minuto cuenta. Por eso, las campañas de concientización son tan importantes: permiten a la ciudadanía actuar con mayor diligencia ante estos casos”, concluyó el Dr. Mernes. “Cuatro horas y treinta minutos pueden decidir el resto de una vida.”

Cuatro horas y treinta minutos para reconocer los síntomas.
Cuatro horas y treinta minutos para ir a un hospital con el equipo adecuado.
Cuatro horas y treinta minutos para recibir el tratamiento.
Y cuatro horas y treinta minutos que probablemente nunca necesites si estás informado sobre cómo prevenir esta enfermedad.

*Estudiante de 3er año
Artículo realizado en el marco de la cátedra Pasantía y Práctica Profesional II

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