¿Qué tan conveniente sería utilizar celulares en las escuelas y colegios? ¿Es mejor prohibir que los estudiantes usen smartphones en las instituciones educativas en nuestro país? Veamos qué dicen al respecto algunos profesionales.
Texto: Rudolf Riquelme
Imagen: Ravi Sharma en Unsplash
Una vez, un sabio hermano me dijo que “las cosas interesantes llegan cuando menos lo esperamos”. Y es que justo cuando me encontraba sentado en el banco de la plaza uruguaya de Asunción, aprovechando del cálido sábado, fue cuando escuché, como diría el Chavo, “sin querer queriendo”, a dos señoras dialogando, no muy distantes de mí. Ciertamente no era de mi incumbencia, pero era inevitable no escucharlas:
–Ya no sé qué hacer con mis alumnos comadre–, haciendo un silencio meneaba ligeramente la cabeza mientras aprovechaba a dar unos sorbo de tereré –ndohejái la itelefono tekakakuera ko’a juventud (Esta juventud no sueltan la mierda de sus celulares). –Mi hija nio está igual– respondió la otra, mientras cebaba en la guampa de Olimpia y el sonido del hielo que crujía desde un termo de Cerro. Así es, un termo de cerro y una guampa de Olimpia, también esto me llamó la atención, pero, en fin, tras una pequeña pausa, esta prosiguió –es una obsesión estos celulares, estos jóvenes no se despegan–
Esto encendió mi curiosidad sobre los celulares, los estudiantes y las instituciones educativas en nuestra actualidad. No se puede negar que los aparatos celulares, más conocido como smartphone, son unas herramientas de utilización masiva hoy en día. A simple vista, podemos detectar que es frecuente su utilización. Algunos los consideran como generadores de informaciones; para otros son causa de distracciones, de manera particular en las instituciones formativas de niños, adolescentes y jóvenes. Ojo, esto no quiere decir que los adultos sí los saben utilizar o que en ellos no generan problemas.
Sucede que estos dispositivos no son difíciles de adquirir, incluso las empresas telefónicas ofrecen planes y ofertas para su accesibilidad. Para tener una idea, hoy un chip se puede conseguir por un valor de 10 mil guaraníes, con la posibilidad de que el usuario recargue el saldo a su conveniencia desde mil guaraníes en adelante. Otra modalidad es comprando un plan de una de las empresas telefónicas, que incluso te llegan a facilitar un celular y, según la promoción, puedes tener WhatsApp gratis o uso ilimitados de internet por ciertos periodos, etc.
Para los que desean algo aun más económico, otra opción es rebuscarse por el Mercado 4, que es un conocido y populoso mercado de frutas, verduras, tiendas de ropa, cocinerías nacionales e internacionales y, por supuesto, artículos electrónicos, ubicado en el barrio Pettirossi de la ciudad de Asunción. Todo el complejo comercial tiene una superficie aproximada de 350.000 m². En este lugar se pueden conseguir aparatos móviles a bajo precio, si bien muchos de estos llegan a ser de procedencia dudosa, ya que, según un informe realizado en noviembre del 2016 por el diario Última Hora, el concejal de Asunción Daniel Centurión ya habría presentado una minuta a la Junta Municipal solicitando la intervención de los negocios de venta de celulares en esa zona, por ciertas denuncias de hechos irregulares. Pero sobre esto se puede hablar en otro momento.
Otro dato curioso y no menos importante encontramos también en los resultados la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos (DGEEC) del 2002, en Paraguay, donde se indica que la cobertura de teléfonos celulares creció de manera acelerada, llegando a 32,4% de los hogares solo en ese año, con mayor proporción en los hogares. Se llegó a tener más cobertura en los hogares rurales, donde el acceso al teléfono fijo es de apenas 2,0% y al celular es de 16,7%.
Estos resultados muestran que, a nivel país, el acceso al celular alcanzaba a un 32,4%. Y según la Encuesta Permanente de Hogares del 2012 de la DGEEC, solo en el Departamento Central, el 95,7% tenían acceso a aparatos celulares por la que se han convertido en una herramienta de gran utilidad, con la que no solo se interactúa con otras personas sino que también uno se informa, se entretiene, se trabaja y hasta se estudia, ya que posee las funciones básicas de un teléfono y las mismas capacidades de una computadora, con acceso a internet desde cualquier lugar en donde uno se encuentre. Y pensar que todo esto cabe en una mano y se puede llevar en un bolsillo.
Vivimos en la era digital
El sociólogo y economista español Manuel Castells afirma que un nuevo mundo va tomando forma debido a algunos generadores de cambios, y entre estos generadores está, justamente, “la revolución de la tecnología de la información debido a su capacidad de penetración en todo el ámbito de la actividad humana”. Vivimos en una nueva era, la era digital. Castell menciona también que el ser humano ha pasado hasta ahora por tres grandes etapas del proceso comunicativo: la oral, la alfabética y la informática. Pero que se ha llegado a la última etapa (la informática) con pasos muy acelerados.
Según Castell, aún no hemos desarrollado plenamente la segunda etapa (la alfabética), sin embargo, se busca con todos los medios adecuarse a la tercera, y es en esta etapa donde surge lo que él llama la cultura de la virtualidad real. Los niños, por ejemplo, aún no pronuncian con fluidez las palabras o aún no conocen plenamente, pero ya tienen capacidad y conocimiento de una computadora, un celular o ciertas aplicaciones.
El británico conferencista Ricardo Watson, en su libro Mentes del futuro, sobre los cambios de la era digital en nuestras mentes, asegura que, para las personas de treinta y cinco años en adelante, el teléfono móvil sirve para gestionar el día; mientras que para los menores de esa edad, el móvil llega a ser un artilugio que les permite reconfigurar el tiempo y el espacio, y que “la mayoría de los niños de unos cinco años saben lo que es google y saben cómo usarlo”.
Asimismo, “un reportaje en el Korean Herald afirma que el 52% de los niños coreanos de entre tres y cinco años usan internet con regularidad, pasando una media de cuatro horas a la semana online”. Otra interesante afirmación que Watson revela es que “lo que se enseña a los niños en la escuela y los valores que les transmiten sus padres fuera de la escuela, quedan diluidos por la información y las actitudes diseminadas por la tecnología, en especial por los aparatos móviles sobre los que padres y maestros pueden ejercer muy poco control”.
Otro estudio realizado en el 2015 por Microsoft reveló que la capacidad de atención, que en el año 2000 era en promedio de 12 segundos, pasó a solo ocho. El resultado revela que esta situación se da sobre todo en las personas jóvenes, debido al mayor consumo de redes sociales y multipantallas. En el análisis también se afirma que el ser humano tiene la capacidad de realizar dos cosas a la vez, pero no de concentrarse en las dos del mismo modo, pudiendo tomar un 40% más de tiempo completar proyectos cuando la persona es interrumpida, ya que su enfoque no se mantiene centrado en algo específico.
La realidad digital en nuestras instituciones educativas
La psicóloga y pedagoga Rosa Cabrera, quien ofrecía su servicio en la ayuda asistencial de la parroquia Natividad de María de la ciudad de Guarambaré en el 2016, comentó que los niños entre los 10 y 12 años son los que, con frecuencia, piden a sus padres el aparato electrónico, aunque no descarta el caso de algunos de entre 6 y 7 años que manejan los smartphones con bastante agilidad.
Para la realidad de las instituciones educativas escolares en nuestro país aún existen grandes desafíos en torno al aprendizaje móvil. Según un artículo publicado por el diario Última Hora el 15 de abril de 2018, en una entrevista realizada a la docente Claudia Martínez, del colegio San Blas de Asunción, la educadora asegura que “una preocupación de los orientadores es que muchos adolescentes envían fotografías y videos, exponiendo el cuerpo. Eso circula en el grado y lo van normalizando. En horario de clase, esto genera una distracción terrible”.
El aparato que en un principio debía desarrollarse como una herramienta de ayuda, parece estar transformándose en un elemento de distracción. Se están remplazando las actividades físicas por juegos virtuales, la interacción personal cara a cara por la interacción digital con el WhatsApp, Facebook, Instagram, etc. Además, existen otros factores que denotan en los estudiantes, según la profesional, el uso constante del celular. Se observa en ellos constante cansancio y sueño, que se da por estar muy pendiente al celular, y con frecuencia va acompañado de dolor de cabeza y problemas visuales.
“Es más difícil educar que prohibir”
La docente Martínez considera que “no podemos prohibir el uso definitivo del celular, pero debe ser moderado y desde una cierta edad. A partir del séptimo grado, podemos empezar a realizar trabajos de investigación en las aulas, pero el docente debe estar comprometido para que se respeten las reglas.” Igualmente, la Lic. Deisy Garay, psicóloga clínica y laboral de la ciudad de Encarnación, Itapúa, afirma que “es más difícil educar que prohibir. Recordemos que la mayoría de los profesores y docentes no manejamos estos móviles con mucha agilidad, porque nosotros no somos nativos digitales como los chicos de esta década, ellos son nativos digitales. Entonces, si nosotros queremos educarles nos toca a nosotros, como profesionales, docentes, adaptarnos al tiempo que nos toca vivir.”
Considera que en los colegios deben existir normas para regir el uso de los móviles con los estudiantes. El prohibir el uso de estos aparatos inteligentes no es una opción muy favorable en una era digital como en la que se vive. Pero tampoco deja de lado la preocupación sobre el uso de los smartphones que muchos estudiantes dan al aparato hoy en día, viendo cómo esto podría conducir fácilmente a una adicción y cómo exponen sus datos personales en las redes sociales. En otros casos, tal vez para ingresar a la plataforma al no poseer la mayoría de edad, incurren a mentir con respecto a su año de nacimiento.
Uso desmedido de los celulares
El uso que últimamente se le da a los móviles en las escuelas se puede contemplar en noticieros y redes sociales, donde se graban peleas, ofensas, acosos o maltratos. En lugar de buscar información para ampliar sus conocimientos, se entrevé que los celulares son manipulados para el bullyng y/o amenazas. El caso más reciente está registrado en el colegio San José de Asunción, donde una de las víctimas de esa institución “comentó que el alumno del San José con quien salía les pasó su número a los otros miembros del grupo y que empezaron a acosarla. Bajo engaños, cuando creía que salía solo con un chico, aparecieron en la historia dos amigos más que la chantajeaban para obligarla a tener sexo, grabarla en video y luego difundir el material con total impunidad.” (Publicado por el diario Ultima Hora del 3 de junio de 2018).
Garay, profesional y madre de una criatura en la edad de 10 años, considera que “debe haber un control responsable, un horario, ya que los excesos siempre hacen mal. Si un niño está continuamente sobre el celular, va a perder la noción del tiempo, como por ejemplo los videojuegos, que van generando cierta adicción”.
El doctor y magister José Gerardo Cardona, encargado de Investigación de la Fundación Universitaria del Área Andina de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP) de Colombia (Bogotá), afirma que el smartphone en sí no es un aparato que causa peligro, sino más bien quien lo utiliza o, peor aun, quien no lo sabe utilizar, y la mala utilización del celular por parte de los estudiantes influye fuertemente en el bajo nivel académico. La distracción en clase hace que el alumno pierda concentración, la noción de las tareas y ejercicios propuestos. La dependencia de los celulares ha cambiado completamente el estilo de vida de muchas personas, incluyendo adultos, jóvenes e incluso a los niños. Sin este aparatito uno puede perder la dimensión del tiempo, y sentirse desactualizado, especialmente de las redes sociales.
Establecer reglas para un uso adecuado
El uso constante de los aparatos inteligentes, especialmente en los menores y en los jóvenes, se ha debatido mucho en el ámbito de las instituciones académicas, donde incluso a los docentes les cuesta poner límites de uso. Sobre esto, ya la Resolución 682/11 aclara que los celulares solo podrán ser utilizados en las escuelas con fines pedagógicos, y el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) aclaró que esta norma rige tanto para alumnos como para los docentes. Raúl Aguilera, ministro de Educación y Ciencias, reveló estar a favor del uso de la tecnología para el desarrollo de clases, pero siempre y cuando el objetivo sea pedagógico. Recordando que el celular -sin reglas de uso- es un distractor potente para todos los estudiantes (información publicada en diario La Nación el 3 de junio de 2018).
Los dispositivos móviles pueden ofrecer a los estudiantes grandes beneficios para su formación intelectual, siempre y cuando se determine la finalidad y el uso adecuado. Y los docentes pueden sacar un provecho beneficioso y educativo del mismo, pero para eso el docente debe estar preparado, conociendo aplicaciones o páginas apropiadas y con un objetivo trazado para el uso del móvil. También debe saber establecer las reglas de uso y supervisar que los estudiantes estén adentrados en el tema de la clase, evitando distracciones y mal uso.
Estupendo artículo.