En esta entrevista, Ana Portillo, una de las organizadoras del Seminario de Género FiloUCA, comenta que los casos de violencia de género siguen siendo una problemática poco abordada dentro de los espacios institucionales de la Universidad Católica. El proceso de aprobación del Protocolo de protección integral contra cualquier tipo de violencia sigue varado. Sin embargo, se sigue imponiendo este debate.
Texto: Lía Fleitas
Imagen: Gentileza
-¿En qué consiste El Protocolo de protección integral contra cualquier tipo de violencia?
El “Protocolo de prevención y atención a los casos de violencia de género” es un instrumento específico de prevención y sanción ante acciones violentas entre miembros de la comunidad académica (sean docentes, estudiantes, trabajadoras/as, egresadas/os) ejercidas en razón del género.
Su objetivo es hacer accesible a todos los estamentos un procedimiento que permita a las personas, en primer lugar, identificar cuando están experimentando acoso sexual o algún tipo de violencia; denunciarlo a las autoridades pertinentes, y que estas puedan tomar medidas tanto de cuidado para resguardar a la persona expuesta a esta situación y que pueda continuar sus trayectoria académica y profesional sin represalias y de sanción para la persona que está actuando violentamente a fin de que se haga responsable de sus acciones y estos hechos dejen de ocurrir.
-¿Cuánto tiempo llevan luchando por su incorporación en las instancias de acción de la universidad?
La propuesta de protocolo se presentó hace casi dos años, a partir del trabajo final del Seminario Género desde las Ciencias Sociales, que culminó en agosto del 2016. La propuesta de Protocolo de prevención y atención a los casos de violencia de género se presentó al ex Decano de nuestra facultad Abogado José Antonio Galeano, en fecha 22 de agosto del 2016, mesa de entrada N° 1051, dicha propuesta fue presentada con el aval de 63 firmas de estudiantes, docentes y funcionarios/as que consideran necesario el estudio, aprobación y puesta en práctica de dicho protocolo para la seguridad, el resguardo y el avance hacia la igualdad de condiciones para todos/as las/os miembros de nuestra comunidad académica.
-¿Cuáles podrían ser, a tu criterio, los motivos por los que la Universidad aún no los lleva a cabo?
Respecto a los motivos reales, profundos y estructurales, lo que nosotras descubrimos a través del proceso del seminario y del acompañamiento a las denuncias de mujeres, sobretodo estudiantes violentadas en las universidades, es que al igual que la mayoría de nuestras instituciones, la Universidad Católica es una institución construida por y para los privilegios de varones. Ellos han sido históricamente los protagonistas del ámbito público, productivo y educativo. Recordemos que hace apenas un siglo a las mujeres se nos ha permitido -gracias a las luchas- aprender a leer y a escribir, poder profesionalizarnos y trabajar fuera del hogar, parecen muchos años pero en términos antropológicos, históricos y culturales es algo reciente.
-¿Hubo espacios ganados en este contexto? ¿Alguna mejoría o retrocesos en la situación actual?
Creo que el principal espacio ganado es la organización de las mujeres de manera independiente y autogestionada. En primer lugar para contenernos, cuidarnos y sanar los abusos y violencias recibidas, aún con toda la resistencia que existe en la sociedad y la negación a nombrar y asumir lo que sucede, las organizaciones y movimientos feministas por los derechos de las mujeres y de todas las personas a una vida libre de violencias y de respecto a la autonomía de cada ser humano vienen creciendo y haciéndose visibles.
Se están formando nuevas generaciones que ya no consideran natural y tolerable los abusos y arbitrariedades. Y en este crecimiento general la gran novedad es el ingreso del tema al ámbito educativo y principalmente a las universidades que desde donde se supone debe formarse el pensamiento crítico, la producción científica que dé respuestas a los problemas sociales. Históricamente las universidades han dado la espalda, no han asumido a la cultura machista como un problema que debe ser tratado, comprendido y erradicado, y como un problema que no es “de las mujeres” si no de la sociedad toda al no permitir el desarrollo pleno y libre de todas las personas.
-¿Cuáles fueron los casos de acoso y violencia más representativos hasta el momento?
Como mencionaba los más visibles son los casos más violentos y aberrantes, que tienen que ver con la coacción directa para tener relaciones sexuales. A nivel nacional hay dos muy conocidos y explícitos: el de Prof. Kriskovich (docente de la UCA y Miembro del Consejo de la Magistratura) y el del Dr. Rodriguez Andersen en la UNA, y a partir de esos una infinidad de otros casos que fueron saltando a la luz pública como el de la UNINTER de Ciudad del Este. Lo que tienen en común estos casos es que no hablamos de cualquier docente, hablamos de docentes que tienen puestos de autoridad y poder. Ese no es un dato menor, porque el acoso ante todo deviene del abuso de poder más que del deseo sexual.
Imagínense que si en esto casos más violentos aún cuesta tanto que se reconozca la violencia, hay casos menos graves que directamente son desestimados de entrada, considerados “exageraciones” y son muy frecuentes como:
- Opiniones ofensivas sobre el aspecto físico, la vestimenta, el cuerpo, el peso.
- Bromas o chistes sobre el aspecto, la opción sexual, o las relaciones afectivas.
- Descalificaciones de la capacidad de hacer algo por el género o la orientación sexual.
- Buscar contacto físico sin consentimiento, sea de forma sutil o directa (miradas, abrazos, roces y besos no deseados, tocamientos, pellizcos, gestos lascivos, acorralamientos)
- Ejercer presión física o psíquica para obtener relación sexual a través de mensajes por celular, correos, independiente de que haya contacto físico.
-¿Qué respuestas recibieron de parte de las autoridades universitarias de la UCA ante dichos casos?
Las autoridades de la UC se llamaron a silencio sobre las denuncias realizadas en la Facultad de Filosofía a partir del Seminario. Las autoridades no investigaron nada, no se comunicaron con las denunciantes, ni se preocuparon por su situación. Ningún docente fue sancionado más allá de una sutil llamada de atención a puerta cerrada para “evitar el escándalo”.
El mensaje que esto deja es que más importante mantener la reputación institucional y profesional que cuidar la integridad de las estudiantes. Sobre la propuesta de protocolo, tampoco recibimos ninguna respuesta formal, la respuesta verbal e informal fue que cualquier cambio en los reglamentos, por estatuto, debe ser estudiado en el Consejo de Gobierno por lo tanto no se podía aprobar desde el Consejo de Facultad.
La única respuesta formal y pública se dio en el contexto de una escrache organizado por la Plataforma de Universitarias Feministas (PUF) sobre el caso Kriskovich, en el contexto del #8M, el año pasado.
La universidad publicó un Mensaje a los miembros de la comunidad educativa.
El mensaje es claro: no necesitamos un protocolo porque podemos usar los procedimientos generales nada específicos que ya tenemos, porque la violencia de género no es un problema que requiera especial atención en nuestra institución. El otro mensaje es: respaldamos al acosador, la justicia ordinaria se expidió ratificando nuestra postura porque “el hecho denunciado no constituye hecho punible”.
El hecho fue definido como “Cortejo y galanteo” y no como acoso, luego de más de más de 1.600 mensajes de Whatsapp admitidos por Kriskovich, el fiscal decidió no hacer el peritaje de su teléfono celular. Para él, el docente «cortejó y galanteó» a la estudiante, y no había delito alguno que investigar.
-¿Qué hacer en caso de violencia o acoso en las universidades actualmente?
El primer paso es organizarse, es lo único que nos ha demostrado garantías y resguardo, sobre nuestra seguridad física, mental y emocional. Las denuncias realizadas de manera individual y aislada no pueden contra la estructura establecida de silencio e impunidad.
A partir de la organización el horizonte es la conquista del espacio de las mujeres en igualdad de condiciones, libertad de enseñanza, no censura a los temas relacionados a la teoría de género, castigo y no impunidad a los acosadores y agresores, formación para comprender las desigualdades y lograr vínculos más democráticos e igualitarios, y concretamente la exigencia de protocolos como herramientas que nos permitan concretar todas estas reivindicaciones.
-Desde la PUF y otros espacios organizados ¿cómo sigue el proceso para lograr instalar el debate?
Concretamente en lo inmediato, estamos impulsando espacios de formación sobre la teoría de género e investigaciones realizadas en Paraguay en torno al tema. Consideramos que la única forma de revertir la situación actual es gestionar nosotras mismas lo que las universidades se niegan a hacer, producir, debatir y difundir conocimiento crítico, científico y sólido sobre esta realidad.
Desde la Plataforma de Universitarias Feministas y estudiantes y egresadas de distintas facultades y universidades, buscamos generar espacios de diálogo sobre género en la academia en Paraguay desde un ciclo de conversatorio llamado “Clases abiertas de género en las facultades”.
Tenemos programadas cinco clases, la primera inició el 8 de mayo en la Facultad de Filosofía de la UC con el tema »Lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres durante la dictadura: ¿concesión o conquista?», que es el trabajo de tesis de maestría de la Socióloga Jazmín Duarte en la Universidad de Oxford.
-¿Cómo se siente la reacción de la población universitaria ante esta problemática (la falta de protección ante casos de violencia)?
Las reacciones generan sentimientos encontrados, en comparación a otros momentos de la historia como nunca antes hay expresiones de solidaridad y empatía con las mujeres víctimas de violencia. Esto nos llena de fuerzas y esperanzas en que estamos en la senda correcta para lograr cambios tan necesarios.
Aún la estructura sigue siendo muy violenta y desigual. La impunidad y la injusticia se siguen imponiendo en la mayoría de los casos. Creo que lo más doloroso es cuando las expresiones de autoridades, de docentes y estudiantes son de indiferencia, indolencia o incluso justificación de la violencia. Duele sentir que aún sigue vigente la idea de que no somos personas plenas sujetas de derechos y sobretodo duele la revictimización o el uso morboso y sensacionalista de la información exponiendo a las personas en lugar de resguardarlas.
-¿Te parece que es posible lograrlo a corto plazo (la aprobación del proyecto que fue cajoneado)?
Considero que si la organización y las acciones de los colectivos estudiantiles feministas continúan creciendo, hay buenas perspectivas de aprobación. Gracias a la presión ya se han aprobado protocolos en el Instituto de Trabajo Social y en la Facultad de Medicina de Universidad Nacional de Asunción, lo cual constituye un precedente fundamental.
Más allá de la aprobación formal, lo principal es la toma de conciencia que se está dando. Sin este proceso de reconocimiento, estudio y trabajo sobre el tema, los protocolos serían letra muerta, mera formalidad que no tendrá aplicabilidad real. Una vez lograda la aprobación se viene todo un trabajo de difusión de su existencia y acompañamiento en su aplicación