Texto: Karina Ferreira
Foto: Gentileza
Es alarmante las toneladas de plástico que producimos y desechamos, causando un deterioro, posiblemente, irreversible en la naturaleza. De la producción anual de plástico, 13 toneladas acaban en los océanos y, por acción de las corrientes, se desintegran en microplásticos. Esos minipedazos terminan siendo parte de la dieta de los animales y, por consecuencia, de la nuestra.
Debemos consumir conscientemente hasta eliminar de nuestros días los plásticos de un “solo uso”, los que se abren, utilizan y desechan, que están estrechamente relacionados con una cultura de usar y tirar.
“O nos divorciamos del plástico, o nos olvidamos del planeta”, nos advierte la ONU en su portal de internet, y nos alienta a través del lema: “If you can’t reuse it, refuse it” (“Si no puedes reutilizarlo, recházalo”). La llamada de atención podría ayudarnos a modificar nuestro consumo de ciertos productos. Los “más encontrados en el medio ambiente son, en orden de magnitud: colillas de cigarrillos, botellas de bebidas —un millón de botellas de plástico son compradas cada minuto—, tapas de botellas, envoltorios de alimentos, bolsas de plástico de supermercados, tapas de plástico, pajitas y otros tipos de bolsas de plástico.
Ayudemos al planeta, reflexionando en cada compra sobre el impacto que la misma provocará y si será posible reciclarla. Llevemos bolsas de hilo al supermercado, rechacemos pajitas en los restaurantes, evitemos cubiertos de plástico, analicemos alternativas y, sobre todo, conversemos con nuestros amigos y familiares sobre la crisis del plástico.