Nota: Laura Cabrera
Foto: Lía Fleitas
Las trabajadoras sexuales luchan por contar con acceso a servicios de salud, educación y jubilación a través de una legislación adecuada. Norma relata que la organización es una forma de lograr el respeto y el reconocimiento a sus derechos humanos.
Norma tiene 49 años, nació en Carapeguá y es trabajadora sexual porque ella eligió. Asegura que no dejará el oficio. “Voy a seguir trabajando así porque yo elegí ser trabajadora sexual, no me gusta coser, hay cosas que no sé hacer y ni aunque sepa, este es el trabajo que me gusta y yo elegí, creo que hasta viejita voy a trabajar en esto”, dijo.
Norma cuenta que con 16 años comenzó a trabajar en la Plaza Uruguaya, cuando vino a la capital huyendo de los golpes que recibía en casa. “Mis derechos fueron violados, yo nunca tuve niñez, nunca jugué, trabajo desde los 7 años porque mi mama era alcohólica, entonces yo me iba a barrer el patio a mi vecino y por la plata que me daba le compraba su cañita. Falleció de cirrosis y mi papá se suicidó pero yo no le siento mucho a él porque nunca estuvo cuando yo le necesité, pero mi mamá sí”.
Relata que pasó con un señor de avanzada edad la primera noche y se dio cuenta de que iba ganar bien, por lo que decidió ser trabajadora sexual. Desde esa noche hasta hoy se encuentra prestando servicios sexuales. Crió a su hijo desde la distancia, pagó sus estudios y le construyó una casa con su trabajo.
¿Qué significa ser trabajadora sexual?
Las trabajadoras sexuales son personas adultas en pleno ejercicio de sus facultades que, sin coacción alguna de terceras personas para ejercer esta actividad, ganan dinero u otra forma de retribución mediante el ofrecimiento de un servicio sexual.
En Paraguay existe una organización de trabajadoras sexuales llamada Unidas en la Esperanza (UNES) que promueve la articulación de estas mujeres a través de la organización y la educación, para luchar por el respeto y reconocimiento a sus derechos humanos. Es una entidad totalmente autónoma que a su vez integra la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe.
Norma es una de las líderes de UNES y afirma que ser parte de esta organización la ayudó bastante. ” Ser líder me ayudó a crecer como persona, me ayudó a ser solidaria, ayudar a mis compañeras, ser colaboradora. Yo estoy bien ahora, cambió mi vida, cambié yo misma, sé escuchar a las personas, ya no soy violenta, dejé la droga, el alcohol”, comentó.
En este momento la UNES se encuentra luchando por una ley de trabajo sexual, cuentan con un anteproyecto de ley, buscan poder acceder a IPS, contar con jubilación y poder pagar impuestos como cualquier otro ciudadano.
“De hecho que la ley del trabajo sexual no solamente es para las trabajadoras sexuales, beneficiaría a todas las personas que trabajan independientemente pagando impuestos”, puntualizó.