Nota: Guadalupe Acosta
Fotos: Estudiantes de la Facultad de Filosofía UCA
Contar con un protocolo que establezca qué hacer ante los casos de violencia de género, para garantizar las sanciones y generar un espacio permanente para el análisis académico y la reflexión permanente son algunas de las conclusiones del seminario de Género desde las Ciencias Sociales. En esta entrevista, estudiantes y organizadores de la iniciativa hablan sobre las discusiones que se generaron y algunas medidas que se espera que se incluyan en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica.
El seminario de Género desde las Ciencias Sociales se llevó adelante desde marzo hasta julio del 2016, en el marco de los seminarios extracurriculares del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Filosofía. Se realizaron encuentros semanales, donde a través de lecturas, invitadxs especiales y discusiones grupales se debatieron las problemáticas y los aportes de la perspectiva de género dentro de la academia y la sociedad.
-¿Cómo surge la idea de realizar este evento?
-Durante el Seminario de Género desde las Ciencias Sociales debatimos, estudiamos y nos cuestionamos respecto a las causas y consecuencias de la violencia de género y sus características particulares en la sociedad paraguaya. En este proceso nos dimos cuenta de lo necesario que es empezar a criticar y frenar la violencia, no como algo ajeno y distante, sino como lo que realmente es, formas de relacionarnos cotidianas y próximas a nosotrxs que vienen de las personas que conocemos, con quienes compartimos espacios.
-¿Quiénes son los principales organizadores?
-Lxs estudiantes del Seminario y las facilitadoras del espacio. Fue organizado colectivamente, parte del debate durante el proceso fue que para realizar transformaciones necesitábamos probar otras formas de evaluar que no sean el típico examen o trabajo practico individual cuya exposición queda solo para lxs participantes, sino generar una muestra que haga públicos los resultados y que sea accesible a más personas de dentro y fuera de la Facultad.
-¿Se realizó una investigación previa? ¿En qué consistió?
-Una vez que definimos que queríamos trabajar específicamente acerca de la violencia de género en el ámbito más próximo, que es la Facultad y que es un secreto a voces, empezamos a leer y discutir con el apoyo de artículos, libros, tesis, audiovisuales, etc. producidos en otras universidades respecto a la violencia en el ámbito universitario y a la vez empezamos a recolectar los testimonios de compañerxs de distintas carreras que quisieron compartir sus experiencias.
-Los resultados que lanzó la investigación ¿Fueron los que ustedes esperaban o sobrepasaron sus expectativas?
-En parte sí lo esperábamos, ya que muchxs de los participantes al ser estudiantes y egresadxs de la Facultad pasamos por estas mismas experiencias que se relatan en los testimonios, y sabíamos de compañerxs que también las vivieron y las viven. Sin embargo, no dimensionamos el volumen y la diversidad de situaciones de este tipo que se presentan. De verlo de manera aislada, como “algún caso que escuché por ahí”, a verlo en conjunto nos hicimos realmente conscientes de lo que implica. También al comparar con lo investigado en otros países, vemos prácticas similares. La universidad en sí es un espacio de reproducción de poder, por lo que se presta a este tipo de situaciones. Desde el conocimiento que se produce, que tiene un estatus incuestionable, hasta el poder que tiene para nombrar miembros de la Corte Suprema de Justicia, intensificado dentro de la matriz cultural de un país sumamente machista, se puede comprender la influencia de la universidad en términos de poder.
La muestra da cuenta de la violencia de docentes a estudiantes. Aún nos falta investigar sobre la violencia que ocurre en las relaciones entre otros estamentos, y entre los mismos estudiantes, en las relaciones de pareja, en la convivencia en la facultad y otros ámbitos.
-¿Tuvieron problemas con los profesores a quienes se les adjudicaron los actos de violencia?
-Aún no hemos escuchado que ningún docente se pronuncie al respecto, solo que una estuvo arrancando los carteles. Consideramos que seguro habrá consecuencias por que toca las posiciones de poder y prestigio de lxs docentes. Los casos son diversos y los niveles de responsabilidad son distintos, no tiene el mismo peso un chiste que una acción de chantaje sexual, aunque ambas son conductas reprochables que ameritan desde una llamada de atención a una expulsión. Por eso necesitamos un protocolo que establezca qué hacer en cada caso. Nuestra intención no es criminalizar a lxs docentes, pero sí hacerles conscientes y responsables de las consecuencias de sus palabras y sus expresiones. Sabemos que la violencia está tan invisibilizada, que muchas personas no logran reconocer la violencia como tal, y por lo tanto lxs agresorxs no dejan de ejercerla y lxs afectadxs no pueden defenderse. La violencia tiene que ver con una situación de poder y un rol de autoridad. El desequilibrio de poder entre autoridades, docentes y estudiantes genera una base de desigualdad y vulnerabilidad que propicia que se dé una situación de abuso de poder y silencio. Nos preocupa que lxs docentes denunciadxs enseñan varias de las asignaturas fundamentales de nuestras carreras y este tipo de conductas no sean tenidas en cuenta para evaluar su desempeño en las cátedras.
–¿Cuál es el principal propósito que quieren lograr a través de esta actividad?
-Queremos dejar de normalizar la violencia de género y denunciar el machismo que están presentes en las aulas. Urgentemente solicitamos un Protocolo que establezca qué hacer ante los casos de violencia de género, para garantizar la no impunidad y las sanciones correspondientes a quienes ejerzan la violencia. Además queremos un espacio permanente para el análisis académico y la reflexión: una cátedra permanente de Género en las Ciencias Sociales y un Observatorio sobre Estudios de Género dentro de la Universidad.
Creemos que la Universidad también está evadiendo tomar posición e investigar las causas de lo que sucede en toda la sociedad paraguaya: niñas embarazadas, sacerdotes abusadores, acoso callejero, explotación laboral y sexual, violencia intrafamiliar, etc. Ningunx de nosotrxs al socializar en esta sociedad que acepta y normaliza la violencia estamos exentxs de reproducir pasiva o activamente estas relaciones violentas. Es hora de romper el silencio y debatir entre todxs qué haremos como sociedad para cambiar esto.