Nota: Eva Raquel López
Foto: Gentileza de la entrevistada
“El amor hacia los niños y niñas me da ánimo para continuar, no me imagino que sería de mi vida sin ellos, hasta que Dios me dé fuerzas, voy a seguir enseñando”, expresa la maestra parvularia, Isidora Hermosilla, más conocida como Tía Chiroca. Ejerce la profesión desde hace 48 años y formó parte de la primera promoción de egresadas con énfasis en educación inicial en el país, actualmente es directora de su propio círculo infantil.
-¿Cómo surgió el interés por esta profesión y, particularmente, por la enseñanza en el nivel inicial?
-Yo nací con vocación, cuando era chiquitita, en la escuela ya quería ser maestra, les juntaba a mis vecinitos en mi casa y les enseñaba, tenía esa inclinación ya en ese momento. En mi familia, fui la primera en interesarse por la profesión; después, una de mis hermanas, también me siguió, pero luego ya nadie más, mis demás hermanas se dedicaron a hacer cursos cortos, como por ejemplo de corte y confección, dactilografía, entre otros.
Al principio, no se contaba con un curso para realizar un énfasis en educación inicial, pero, una vez que me enteré de que se había habilitado, fui corriendo a inscribirme, era en la escuela Comercio 1. Me acuerdo de que empezamos como 60 y quedamos 30, era muy sacrificado todo, porque no se contaba con los medios de transporte como ahora, generalmente, para llegar al centro de Asunción, tenías que tomar dos colectivos sí o sí.
–¿Cuáles fueron los principales obstáculos con los que te encontraste a lo largo de tu carrera?
-No me puedo quejar. Mis padres me ayudaron mucho, siempre me apoyaban en todo lo que necesitaba pero, al principio, lo más difícil era encontrar un cargo, recorrí numerosos colegios enseñando ad honorem antes de obtener un puesto y un sueldo, la verdad es que eso fue lo que más costó. Y también el hecho de que en las escuelas públicas contaba con muchísimos alumnos y con pocos recursos, a veces, eso dificultaba un poco las tareas. Después ya pude independizarme y tener mi propia institución de nivel inicial, que empecé de a poquito y con mucho esfuerzo.
-¿Considerás que es necesaria una buena formación en el nivel inicial? ¿Por qué?
-Sí, es muy importante, es la base de todo los grados posteriores, porque ahí es donde empiezan a socializar con personas que no conocen, también, desarrollan más ampliamente el lenguaje, empiezan a ser independientes, sería como la primera impresión que tienen del mundo exterior. Es por eso que es fundamental el cariño y el amor en esta etapa, estos dos elementos ayudan de sobremanera al desarrollo integral del niño. Darles mucho amor es el secreto porque ellos son muy perceptivos.
-¿Qué tratás de inculcar a tus alumnos?
-No sólo el hecho de aprender a leer, escribir o dibujar, sino todo, una formación integral. Les inculco todo, que hay que saludar, rezar, compartir con sus compañeros, que tienen que ser amables, todos los valores que pueda transmitirles. Y eso también les agrada mucho a los padres, ya que notan un cambio en sus hijos, y hasta, hay veces, que los niños son los que les enseñan a su mamá o papá. Una verdadera maestra tiene también que encaminarlos en la vida, debe ofrecerles las herramientas necesarias para que puedan desarrollarse como personas.
-Después de 48 años de ejercicio, ¿qué es lo que te motiva a seguir en la profesión?
-Las criaturas en sí, mi amor hacia ellos, eso es lo que me da ánimo para continuar, porque yo, bien puedo delegarle a otra persona la dirección, pero yo les amo a todos los niños, y la verdad que no me imagino que sería mi vida sin ellos. Hasta que Dios me de la fuerza, voy a seguir enseñando. Me encanta compartir con ellos, enseñarles, porque el cariño que vos recibís de ellos es puro y sincero, no hay falsedad. Ver también a mis ex alumnos convertidos en profesionales me motiva mucho, porque, en cierta manera, es como que la vida te diga que estás haciendo bien las cosas, y entonces, me dan más ganas de seguir. Tengo dos sacerdotes, arquitectos, ingenieros, y muchísimos médicos que cursaron el nivel inicial conmigo y la verdad me llena de orgullo. Lo más emocionante, para mí, es que mis alumnos actuales son en su mayoría hijos de mis ex alumnos, es como que vuelve a repetir la historia.