Nota: Rodolfo Acosta
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Cada vez surgen menos vocaciones sacerdotales en Paraguay debido a la influencia de la cultura relativista y a la falta de creatividad para despertar el interés en los jóvenes. El desafío se vuelve aún más complejo para los eclesiásticos y los futuros clérigos en el mundo moderno. El padre César Nery Villagra Cantero, profesor de la Facultad de Teología, habla de este y otros retos de la Iglesia católica para promover las vocaciones.
En esta entrevista, Villagra Cantero, quien realizó el doctorado en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y fue rector del Seminario Mayor Nacional Nuestra Señora de la Asunción, habla de los casos de abuso, la formación del clero, el compromiso del cristiano y otros temas.
-En Paraguay vemos que cada vez hay menos sacerdotes y se reduce paulatinamente la cantidad de jóvenes que ingresan al seminario ¿A qué se debe esta crisis de vocaciones sacerdotales?
–Hay toda una cultura de relativismo, en la que los valores evangélicos se homologan con los valores seculares. Existen muchas ofertas de distracción para los jóvenes. Tiene que ver la falta de inventiva y de iniciativa de la promoción vocacional. Entonces, los jóvenes son llevados y arrastrados por el materialismo que proporciona los placeres inmediatos. Sin embargo, la Iglesia exige un estilo de vida que consiste en la entrega, el compromiso y el servicio a favor de los demás, lo cual no resulta fácilmente atractivo, sino necesita de una presentación dinámica y fascinante.
–Hay un decaimiento, no solo vocacional, sino que la feligresía católica en general demuestra una tibieza en el compromiso de fe ¿Esta realidad se experimenta solamente en Paraguay?
-Paraguay no es una isla, refleja los síntomas de la modernidad, de lo que se da en Europa y en los Estados Unidos. El cristianismo se ha vuelto light, no suscita interés porque es superficial, viene a ser simplemente como un tipo de asociación. A nivel general, no se encuentra la fórmula para replantear las estructuras eclesiásticas de manera que ese cambio influya en las presentaciones de la ética cristiana y se pueda reflejar en la vida de los creyentes, porque el cristianismo es un estilo de vida.
–¿La escasez sacerdotal se da solamente en nuestro país o es un hecho que afecta a toda la Iglesia católica?
–Hay lugares en que van floreciendo vocaciones como en África, India Corea y China. Para tener un dato más preciso habría que consultar la estadística del Anuario Pontificio, donde se puede ver que, sumando todo, aumenta cada año las vocaciones sacerdotales. Pero en Europa y América Latina va disminuyendo cada vez más. Por ejemplo, Brasil en los diez últimos años experimentó una reducción de 20 %.
–Teniendo en cuenta que el contexto va cambiando con el correr del tiempo y se presentan nuevas realidades ¿Cuál es el desafío para el sacerdote en el mundo actual?
– Hay que buscar una forma más dinámica de la presentación del cristianismo. Es todo un desafío actualizar la metodología de propagación y de enseñanza de la doctrina. El reto principal consiste en cambiar la mentalidad de la gente. Trazar la vida comunitaria más allá de las costumbres individuales, no encerrarnos en las reglas y normas. El testimonio de vida también es demasiado importante para recuperar la credibilidad.
–Recordando los casos de abusos sexuales que se publicaron recientemente en medios de prensa ¿Cuál debe ser el perfil del sacerdote?
-El perfil del sacerdote está definido por el Evangelio de Jesucristo. El Mesías resume todos los preceptos en el mandamiento del amor a uno mismo y a los demás, por tanto, no hacer daño a nadie. El sacerdote debe buscar el bien de las personas. El que abusa sexualmente persigue el placer en forma individual, egoísta y desenfrenada. No le importa el otro, carece totalmente del sentido altruista que debe marcar la vida de todo cristiano.
-Los futuros sacerdotes pasan por un proceso de formación académica, humana y espiritual. Entonces ¿Por qué existen sacerdotes abusadores en la Iglesia?
-Esto refleja la falta de acompañamiento en el proceso formativo, los sacerdotes formadores se limitan a controlar lo exterior en los seminaristas. Por tanto, estas personas desequilibradas se filtran y llegan a la ordenación sacerdotal sin que las autoridades eclesiásticas las conozcan previamente. Falta una formula de acompañamiento integral en el proceso de formación.
–Sabiendo la realidad y el desafío que presenta el mundo actual, vale la pena ser sacerdote hoy ¿Por qué?
–Vale la pena ser sacerdote antes, hoy y siempre, porque es un ministerio instituido por Cristo. Aquí, hay que considerar la necesidad de planificar y cambiar el modelo o el modo de formación. Porque el sacerdote debe ser formador de conciencia, promotor de la vida ética. El hecho de que no se cumpla bien la función, no amerita la eliminación del ministerio, sino replantear la preparación adecuadamente para los desafíos de tiempo presente.