Música callejera, un respiro para el mundo

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Nota: Gabriela Farías
Foto: Ana Martínez Prantte

“La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza y vida y alegría a todas las cosas.” Platón

En un mundo donde todo se basa en el consumismo, en la avaricia y codicia, en donde las personas se volvieron seres dependientes de sus trabajos y de la  tecnología, donde se fabrican más armas que otros bienes, se necesita de un elemento de paz, un “artefacto” de tranquilidad, algo que nos dé vuelta, que nos haga abrir los ojos, que nos haga sobrepasar nuestro límite de intelectualidad sin necesitar de la tecnología consumista que tenemos en nuestras manos, y creo que “eso” que necesitamos muchas veces es un sonido.
Y no cualquier sonido, teniendo el de la tierra no lo oímos, entonces para favor nuestro existe la música. Esta nos hace revivir. Como decía Platon  “da alma al universo”.
Para referirme al tema, me baso en los artistas callejeros, porque estos  se han despegado de lo material para poder llevar mensajes a través del mundo. Se apegaron a la cultura que tienen para poder así transmitir un nuevo mensaje. Son los profetas de la tierra.
Utilizan sus instrumentos y voces para despertar a las pocas personas que pueden escucharlos, ellos son los desconectados de la “sociedad normal”, la misma que los tildan de “locos anarquistas” por su estilo de vida.
Hace unos meses, tuve la posibilidad de escucharlos, en medio del sonido de los vehículos, del bullicio y el andar apresurado de las personas. Mi oído reconoció el leve y penetrante sonido de una flauta. Ejecutaba una melodía exquisita de folkclore andino, me desconcertó al comienzo y empecé a seguir a la música hasta que llegué a dos jóvenes. Uno de ellos cantaba mientras utilizaba su “charango” (instrumento musical de cuerdas), y el otro con su flauta hacía que el momento fuera mágico. Eran invisibles, nadie los notaba pero su música no pudo pasar desapercibida para ciertas personas.
Al hablar con estos artistas, pude entender otra perspectiva del mundo. Lo primero que uno se da cuenta es que aman lo que hacen, aman la música, aman sus raíces y aman la cultura que rodea a estos en cada lugar, en cada sitio que van, adoptan algo de ella, para así poder seguir transmitiendo en otros lugares.
Utilizan a la música como compañera y mensajera, tienen una filosofía diferente. Es verdad que con esta generan ingresos, pero lo hacen para su día a día, para poder seguir viajando, para poder vivir. Pero…también utilizan a la música para despertar a los dormidos. Muchas veces, es la música la que nos revive, ya que estamos tan pendientes de nuestras responsabilidades que nos olvidamos lo que es vivir.

El estilo que más utilizan para su música callejera suele ser el folclore, música andina y cumbia, pero no lo que ahora se considera cumbia, sino la cumbia original, aquella que con un charango y acordeón nos hace imaginar mil cosas. Las letras de estas canciones no son muy conocidas pero son tan sublimes que puede hasta provocar una sonrisa en el ser más triste o depresivo, o también puede acompañar el dolor del mundo, el sonido de la flauta es como el llanto del planeta.
Como decía el escritor francés Víctor Marie Hugo: ”La música expresa todo aquello que no puede decirse con palabras y no puede quedar en el silencio”. Ellos, con su arte nos hablan, nos hacen darnos cuenta de que le estamos restando importancia a lo que de verdad importa, que es nuestra vida, nuestro mundo. Nos preocupamos más por qué celular nos podremos comprar, que por alguna contaminación en un río o discutimos por un partido de fútbol, mientras hacemos caso omiso a los abandonos de niños, jóvenes, adultos. Matamos por placer a especies distintas y por qué no decir, hasta a nuestra misma especie.
La música callejera nos da un respiro, nos despierta para darnos cuenta de la realidad que tenemos, nos avisa que este mundo no nos pertenece; somos intrusos que la estamos matando sin percatarnos de que, junto con ella, se irá toda la vida.
Nos convertimos en seres grises, fríos, insensibles. Pero, gracias al cielo existen los artistas callejeros, que en algún punto del caos urbano, se encuentran trasmitiendo con arte un mensaje de paz y amor, de rebeldía contra el consumismo y dando color a las vidas de los pocos que notamos su existencia. Con esto, creamos una unión de personas sin fronteras, nos volvemos hermanos, mensajeros y voces del mundo.
Con melodías se puede cambiar el planeta.

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