Texto y Fotos: María José Lacarrubba
El desprecio a la educación tuvo su respuesta. Años de maltrato al estudiantado sometido a un esquema autoritario donde reinaba la corrupción, favores a amigos, cargos a parientes, millonarias dudosas licitaciones, abusos de poder y acoso sexual por parte de docentes y autoridades, compra de notas, carreras exprés, mallas curriculares de antaño, sumarios por manifestarse y hasta por comentarios en las redes sociales constituyen el día a día de un estudiante de la Universidad Nacional de Asunción.
El normatizado silencio que nadie se atrevía a romper, ya que si lo hacía equivalía a jamás tener aquel añorado título universitario, a imputaciones que nunca se resolverían y a un intensificado maltrato por parte de las autoridades y grupos afines a ellos.
Algunos sectores dan a entender que la movilización universitaria fue como un suceso que se dio de la noche a la mañana. Pero no fue así: hubo una larga noche antes de ver los primeros rayos del sol. La constante lucha del movimiento estudiantil universitario data de años atrás. En el 2012 se dan múltiples marchas y la toma del rectorado de la UNA con el fin de denunciar la Ley de Educación Superior (LES) que se aprobaría creando el CONES y créditos universitarios. En 2013, luego de despedidos injustificados a profesores críticos en la facultad de Filosofía de la UNA, se lleva a cabo una toma simbólica del decanato, cuyo resultado es la imputación de 52 alumnos y un profesor. Ya en el 2014 comienza la campaña “No más seccionales en las Facultades”, con el fin de denunciar las persecuciones a los estudiantes y profesores con la figura de sumario.
Hay tres factores que son cruciales para entender los sucesos de esta primavera. Primero, la pelea interna del partido Colorado, el quiebre Galaverna versus Cartes. Desde la campaña de Froilán como rector ha sido evidente la relación con el partido, cuando en una sesión de Congreso Galaverna se refiere a su ahijado como un Ferrari. Segundo, las publicaciones de las investigaciones por el diario Ultima Hora, que no podemos negar contienen un trasfondo político. Y por último, las movilizaciones del sector secundario que renovaron los ánimos en los universitarios.
De las aulas a las calles
Una calurosa mañana azotaba el microcentro de Asunción, el tráfico estaba más caótico de lo normal y los periodistas más atareados que nunca. Los chicos con sus uniformes de colegio no estaban en clase, estaban ocupados haciendo algo que ningún profesor podría enseñarles en aula: estaban aprendiendo a ser ciudadanos. La barrera entre lo privado y lo público no tiene importancia, todos al fin y al cabo sufren a nivel nacional el derrumbe literal de la educación.
Hace unos meses se venían vislumbrando los problemas dentro del sistema educativo como la falta de kits escolares, almuerzos e infraestructura, pero sobre todo el modelo de educación mercantilista que no busca el conocimiento para beneficio de la sociedad, sino las ganancias que de ella pueda obtener.
Eran las 12 del mediodía, las rondas de tereré no saciaban la sed provocada por el intenso sol paraguayo, los universitarios estaban atrasados, nadie sabía dónde estaban. De repente se escucharon tambores y gritos: finalmente los universitarios llegaron.
Apoyando la causa estudiantil, los universitarios se plegaron a la marcha. Sin embargo, para su sorpresa, cuando los buses que los transportarían del campus a la movilización llegaron, se les negó la entrada. Por si eso no bastara, en las facultades de Veterinaria y Agronomía fueron impuestos exámenes sorpresas sin oportunidad de recuperación.
A pesar de todos estos contratiempos, los estudiantes llegaron a la movilización con más fuerza que nunca. Los alumnos de Veterinaria, bastión de Froilán, junto a los de Agronomía, las facultades mas retrogradas de la universidad, se cantaban entre sí: “Fuerza Vete, Agro está contigo”; “Vamos Agro, Vete está contigo”.
El Judas kái de Froilán
Luego de la gran marcha de secundarios, frente al Rectorado se instalaron los estudiantes reclamando la renuncia de Froilán, quien desapareció luego de un escrache frente a un canal de televisión donde se reunía a debatir con estudiantes. De entre los carteles con mensajes y dibujos creativos lo que más llamaba la atención era el Judas kái con la cara del en ese entonces rector Froilán Peralta.Al día siguiente, el Consejo Universitario Superior se reunió ante la multitudinaria convocatoria de los estudiantes que se negaron a salir del predio del rectorado. La tensión creció a medida que pasaron las horas, la fiscalía vino y adviertió que si los decanos no salían había posibilidades de imputación a los presidentes de los centros de estudiantes por secuestro. A la tarde, la prensa entró al Rectorado, los decanos declararon que estaban adentro por voluntad propia, con lo que se convertía en un autosecuestro.
Ante el avasallador calor, los bomberos ingresaron al campus para refrescar a los estudiantes. Ya la ciudadanía estaba comenzando a adherirse a la causa estudiantil. Luego de horas de tensión, cuando hasta se cortó tanto el agua y la luz, los decanos terminaron de salir a la madrugada. Comenzaron las renuncias como si fueran fichas de dominó, estaban abandonando el barco de la corrupción que se hundía.
Los fantasmas del aniversario de la UNA
¿Qué mejor forma de recibir un año más de la universidad que con los el protagonismo de los estudiantes? Tras una marcha con canticos, como “Si esto no es la UNA, ¿la UNA donde está?”, de vuelta al rectorado con los ánimos altos, de repente un grito quebró el ambiente festivo: “Hay personas dentro del Rectorado”. Rápidamente los alumnos cercaron el Rectorado, llamando a la prensa para que registre el hecho. Los fotógrafos con una increíble destreza, esquivaron las rejas con sus lentes y lograron capturar con sus cámaras a las personas que estaban dentro del edificio.
A unos metros del Rectorado se encontraba una camioneta de la Universidad detenida por estudiantes, donde estaba una misteriosa persona que sustrajo carpetas del rectorado que en un acto de desesperación comenzó a comer los papeles robados. Fuera del Rectorado inundó el olor a quemado y a través de las ventanas se podía ver como los inodoros estaban llenos de papeles.
Los estudiantes expectantes de la llegada de la Fiscalía comenzaron a resguardar las escenas del crimen. Algunos para protegerse del frío se abrigaban con las banderas de su movimiento o facultad; otros vencidos por el agotamiento dormían en incomodas posiciones, pero nunca alejados del Rectorado. Probablemente la que más deseaba la llegada de la fiscala era la persona dentro del vehículo.
Tras cuatro horas de espera, en las que uno no se podía diferenciar la ansiedad del frío, llegó la fiscala Blanca Aquino. Luego de ingresar a la camioneta donde se encontraba la sospechosa, se dirigieron a la comisaría, con el acompañamiento de un grupo de estudiantes encargados de verificar el proceso. Se identificó a la misteriosa mujer: Era nada menos que la jefa de Recursos Humanos, quien tenía en su poder papeles de nombramiento a parientes del nefasto rector.
De repente en varias facultades comenzaron a ocurrir sospechosos eventos, como las computadoras de Veterinaria que de repente se prendieron y eran manejadas por una máquina desde afuera del campus o la sustracción de documentos en Filosofía y otras facultades. En simultáneo comenzó una quema de archivos. Los estudiantes destaparon una red de corrupción más grande de lo que pensaban. No había duda alguna, no se podía confiar en ninguna autoridad.
Solos en la lucha
El largo fin de semana fue testigo de una quema de archivos que solo se puede ver en las películas donde los nazis se deshacen de los documentos del régimen. La respuesta de los estudiantes no se hizo esperar y se formaron equipos de patrullaje en cada entrada del campus donde se revisaba a todas las personas y vehículos, incluyendo los de la Fiscalía. Las vigilias se instalaron en todas las sedes fuera del campus, tales como Filosofía, el Instituto de Lenguas Superior y Derecho.
El feriado fue provechoso. Todas las facultades convocaron a asambleas para resolver los siguientes pasos a seguir. Luego de una asamblea general, los tres puntos que se exigían eran: la homologación de las renuncias, la renuncia del Vicerrector Andrés Amarrilla y el rechazo a la intervención del CONES.
Finalmente el Consejo Superior Universitario (compuesto de decanos, representantes docentes y estudiantiles) se reunió. Luego de tentativas de desconvocar la reunión, la presión estudiantil y la obligación de hacer dos sesiones por mes, lograron que se concretara la reunión de consejo. Tras la negación de Ferro para el puesto, Meyer, el intendentable independiente con el apoyo de partidos como el Frente Guazú y decano de Arquitectura, asumió como rector interino.
Meyer no estaba excento de casos de nepotismo. Sin embargo, a diferencia de los demás decanos, el año pasado aceptó someterse a una asamblea donde los casos de contrataciones a parientes fueron esclarecidos. Expectantes los alumnos ante el nuevo rector, esperaban su renuncia como candidato a intendente para asumir con toda responsabilidad el nuevo puesto. Sin embargo, Meyer prefirió su candidatura al cambio estructural de la Universidad.
A pesar del abandono del decano que mas discurseó sobre el espíritu de los jóvenes, la primera conquista de los universitarios se había concretado. Las renuncias de Froilán Peralta, Andrés Amarilla y de algunos decanos que prefirieron dejar sus cargos, eran oficiales. La lucha estudiantil tuvo su primer resultado determinante, pero todavía la disputa continúa.