Nota: Victoria Ramírez
Foto: Internet
Se acerca el verano y la presión por lucir una linda figura se ve aumentada, tanto en mujeres como en hombres. En las redes sociales se puede encontrar una serie de llamativas ofertas: “Baja 5 kilos en una semana consumiendo chicles lisopresol” o “Pierde 1 kilo por día tomando mazindol”. Se trata de un nuevo negocio, altamente peligroso, que trae graves consecuencias a la salud y que, debido a las altas demandas, está en franco crecimiento.
La venta de pastillas sin control es solo una porción de una gran problemática que afronta el país: la automedicación. Según datos del Ministerio de Salud Pública, un 80% de paraguayos se automedica, eso significa que más de 5 millones de personas toman fármacos por decisión propia y sin la indicación de un profesional. Entre estos remedios, no solo hay antigripales, jarabes o calmantes de venta libre, sino también ansiolíticos, antibióticos de amplio espectro, tranquilizantes y por supuesto, pastillas adelgazantes.
En Paraguay, existen dos reglamentaciones vigentes respecto a la venta de fármacos: La Ley 1197/97 de productos para la salud y otros “regula la fabricación, elaboración, fraccionamiento, control de calidad, distribución, prescripción, dispensación, comercialización, representación, importación, exportación, almacenamiento, uso racional, régimen de precios, información, publicidad, y la evaluación, autorización y registro de los medicamentos de uso humano, drogas, productos químicos, reactivos y todo otro producto de uso y aplicación en medicina humana, y los productos considerados como cosméticos y domisanitarios”. Y el Decreto N° 12.064/2008 amplía la lista de sustancias prohibidas y restringidas. En su apéndice IV se incluye Mazindol (uno de los principios activos más utilizados en las pastillas que se ofrecen en el mercado de libre venta).
A las personas que venden estas pastillas, poco les importa lo que dicta la Ley, mientras que las autoridades fallan en su trabajo de hacer cumplirla, por eso existe tanta facilidad para la compra venta.
Cuatro pasos
El proceso para comprar pastillas, cuyo uso está controlado, se reduce a solo cuatro pasos:
El primer paso consiste en buscar en redes sociales, específicamente en alguno de los varios grupos de ventas existentes en la red social Facebook, alguna publicación donde ofrezcan las pastillas o directamente hacer un posteo solicitando el fármaco deseado, el más ofertado es el Mazindol, que es un amino simpaticomimético, muy similar a una anfetamina. Es mayormente conocido como una droga “anoréxica”.
Estimula el sistema nervioso central, lo cual aumenta el ritmo cardiaco y presión arterial y reduce su apetito.
En el segundo paso, se realiza el contacto con el vendedor/a, a través de mensaje privado en la red social o se intercambian números para proseguir con el negocio, a través de llamada telefónica o WhatsApp.
En el tercer paso, se negocia con el vendedor, cual es el costo del medicamento, se realiza alguna consulta de ser necesario, sobre la procedencia de la pastilla, qué consecuencias puede tener su consumo, el precio, cantidad, etc. Una vez decidida la compra, se determina el lugar y modo de transacción, algunos incluso hacen delivery.
En el cuarto paso se procede al pago y entrega del medicamento por parte del vendedor. Ya está, ya tienes una cajita o una tira de pastillas de venta restringida en tus manos, para tomarlas como si fueran caramelos.
Laura R., tiene 29 años, cuenta que toda su vida tuvo sobrepeso, la misma me relató, que en marzo ingreso a su trabajo una nueva compañera, que le ofreció tomar dimagrir, una pastilla cuyo activo principal es el mazindol, una droga que solo puede ser adquirida bajo receta en nuestro país. “Al principio no me animé, pero ella me convenció, porque es delgada y yo realmente quería ser así también, para poder comprar la ropa que quiera y en cualquier lugar”.
En estos meses declara haber bajado más de 25 kilos, “antes tomaba una pastilla por día, luego empecé a tener algunos efectos secundarios como resequedad en la boca y diarrea, entonces ahora tomo día de por medio”, afirma Laura. La misma cuenta que al principio, su compañera le vendía una caja de 30 pastillas por 80 mil, “le traían siempre de Clorinda”, explica, “pero ahora está 50 porque hay más demanda y más vendedores”, añadió.
“Soy consciente que no fue la mejor decisión tomar pastillas, pero sé que puedo controlarme y dejar, aunque me da miedo subir otra vez”, dice.
en meses o años.
La licenciada en Nutrición, Stella Maris Vallovera, explica que solo en ciertos casos de obesidad mórbida, los doctores especializados prescriben medicamentos, mientras que los nutricionistas no pueden recetar.
“Muchas mujeres prefieren tomar pastillas, a elegir una buena alimentación, ya que con ellas ven resultados inmediatos y cuando dejan de tomar los medicamentos, se da lo que llamamos el peso rebote, la persona vuelve a comer como antes y aumenta nuevamente de peso, incluso a más de lo que tenía anteriormente”, explica.
Según Vallovera, lo ideal es modificar el hábito alimenticio acompañado de actividad física, en vez de consumir pastillas. La clave es consumir mucha agua, así como frutas y verduras frescas, indicó.
Entre las consecuencias del consumo de pastillas, está el mal funcionamiento de los órganos, así como el peso rebote. “Pero desconozco que pueda derivar en trastornos alimenticios, ya que estas son mayormente de origen psicológico”, agrega.
El consumo sin control de mazindol, sibutramina y otros fármacos, puede llegar a tener derivaciones mortales, dado que son medicamentos muy fuertes y funcionan en relación al sistema nervioso central. También pueden dejar como consecuencias el fallo de órganos, como el riñón, los intestinos.
Más acción
El jefe del departamento de Drogas de la Dirección Nacional de Vigilancia Sanitaria, Amado Andino, refiere que la droga Sibutramina fue retirada del mercado en el año 2011 y su producción, comercialización y uso es ilegal y penado por ley. En el caso del Mazindol, es una droga controlada, que puede ser vendida únicamente en farmacias y con receta médica.
Consultado sobre la venta de fármacos por internet, dice que conforme a directrices de Salud Pública está prohibido ofrecer y comercializar todo tipo de medicamentos a través de redes sociales, sitios web, etc. Afirma que el Ministerio de Salud monitorea ocasionalmente distintas páginas web de ventas. Si se reporta algún caso, se recolectan pruebas y luego se remiten a la Fiscalía. En caso de tratarse de una denuncia externa, se realiza a través de la Fiscalía.
Pero las drogas que se venden por internet ingresan de las zonas fronterizas, especialmente de Clorinda, en mochilas que ni siquiera se inspeccionan por lo que urge una campaña para alertar a la ciudadanía sobre los riesgos de la automedicación y de adquirir medicamentos que provienen de fuera del país sin ningún control.
Este negocio peligroso, que está generando grandes ingresos económicos a un grupo irresponsable, se aprovecha de la debilidad de un sector muy discriminado por nuestra sociedad que se limita a glorificar la figura del 90 – 60 – 90.
¡Excelente el reportaje de Victoria! y por supuesto, los demás trabajos. Felicidades a Ventana Abierta y a las profes responsables. Por fin un espacio en el que se puedan intercambiar experiencias y visibilizar los trabajos de los estudiantes de Ciencias de la Comunicación.
Muchas gracias profesora Myriam. Esperamos seguir contando con la valiosa colaboración de Victoria.