*Por Adan Ayala
Cada mañana, miles de paraguayos, especialmente de la clase trabajadora, viven una problemática que se vuelve rutinaria, pero que desgasta física y emocionalmente. Llegar a tiempo y en forma se volvió una odisea, y prácticamente una misión de supervivencia.

El sistema de transporte público, ya sea en Asunción y su área metropolitana, se ha convertido en un símbolo de frustración ciudadana, donde la paciencia vale más que el pasaje. Los buses repletos, las largas esperas y el mal estado de las unidades son parte de la vida diaria de quienes dependen del transporte público para ir al trabajo. Según datos del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), más del 60% de las unidades que circulan en el área metropolitana tienen más de 10 años de antigüedad, y una parte significativa no cumple con las normas básicas de confort o accesibilidad.
La situación se agrava por la falta de planificación urbana. La expansión de la capital hacia ciudades como Luque, San Lorenzo y Fernando de la Mora aumentó la demanda, pero no las rutas ni la frecuencia. En promedio, un pasajero puede tardar entre 1 y 2 horas para recorrer trayectos de menos de 15 kilómetros, según el Observatorio de Movilidad Urbana del Paraguay (OMUP).
El sistema del billetaje electrónico trajo cierta modernización, pero no solucionó los problemas estructurales. Muchos usuarios denuncian que los controles son escasos y que los pasajes no reflejan una mejora real del servicio. “Pagamos más, pero seguimos viajando igual o peor”, afirma Raquel Benítez, una trabajadora de San Lorenzo que gasta más de G. 500.000 mensuales en transporte.
Mientras tanto, las políticas públicas avanzan lentamente. El plan de implementar un sistema integrado de transporte o un tren de cercanías fue anunciado varias veces, pero aún no se concreta. En contrapartida, el uso de motocicletas y vehículos particulares sigue creciendo, lo que genera más tráfico, contaminación y accidentes.
El transporte público no solo debería mover personas, sino también oportunidades. Hoy, sin embargo, se ha vuelto un obstáculo cotidiano que afecta la productividad, la educación y el bienestar. Mejorar el sistema no es un lujo, es una necesidad urgente para un Paraguay que quiere avanzar sin llegar tarde a su destino.
*Estudiante de 3er año
Artículo realizado en el marco de la cátedra Pasantía y Práctica Profesional II