Texto: Alejandro Apodaca
Foto: Última Hora
(Se abre el telón y se observa al gobernador Bernardo de Velasco durmiendo plácidamente en su recámara, dentro de su residencia real, durante una “calmada” noche en la provincia de Paraguay).
• Guardia Real: (bastante agitado golpea la puerta de la habitación del Sr. Bernardo) ¡Gobernador! Ábrame, por favor, tengo información importante para usted, ¡Gobernador!
(Tras un momento de insistencia, el gobernador se levantó ofuscado para abrir la puerta de su habitación).
• Gobernador (de Velasco): (relativamente molesto y con una ronca voz pregunta) ¿Qué es lo que sucede Miguel, por qué te encuentras tan agitado?
• Guardia Real (Miguel): le pido disculpas de antemano al gobernador, pero necesito informarle que, un grupo de rebeldes ha tomado el cuartel general y ¡se han plantado al frente de la casa!
• Gobernador de Velasco: Esto no puede estar pasando, ¡necesito verlo con mis propios ojos!
(Se asoma por un ventanal, un haz de luz ilumina a un joven uniformado parado en posición firme junto a un cañón).
• Guardia Real (Miguel): ¡Ay!, casi se me olvida, el joven de la entrada ha traído una carta exclusivamente para usted.
• Gobernador de Velasco: déjame leerla un momento…
(Tras una exhaustiva lectura y debates internos, el gobernador expresa su decisión).
• Gobernador de Velasco: Aceptaré (con una mirada de frustración a Miguel) Aunque me duela decirlo… nos han acorralado. No nos queda otra opción, aceptaré sus condiciones.
• Guardia Real (Miguel): (sorprendido) Pe… pero… ¿gobernador?
• Gobernador de Velasco: (enérgico) ¡es una orden!
(Miguel, asiente con la cabeza y sale de escena rápidamente, mientras un reflector enfoca a un solitario y derrotado de Velasco. La luz se apaga gradualmente mientras cae el telón).