Texto: Vanessa Penner
Foto: Gentileza
Un 20% de la sociedad paraguaya cuenta con una discapacidad, según Teletón. La inserción de estas personas influye positivamente en la sociedad, señala en esta entrevista la directora del DENIDE (Derechos del Niño en Desarrollo), Leticia Roig. Ella nos habla de la situación educativa de las personas con discapacidad en la actual sociedad paraguaya.
– ¿Por qué causa Paraguay cuenta con tantas personas con discapacidad?
– Bueno, te voy hablar de mi punto de vista y de las personas con discapacidades intelectuales. Uno es la desnutrición, porque las mujeres no tomaron vitaminas durante el embarazo para fortalecerles, la pobreza, el ambiente en que viven, y hay muchos niños prematuros que por falta de oxígeno en el cerebro pueden llevar una discapacidad intelectual.
– ¿Cuáles son los prejuicios y estereotipos vigentes en la sociedad, en cuanto a las personas con discapacidad?
– Actualmente, desde mi punto de vista, no hay mucho prejuicio. Hace 10 años atrás, cuando recién se empezaba a hablar de la discapacidad, sí eran muchos tabúes. El cambio de la mentalidad, de que son personas, llevó a que en el 2015 entró en vigencia la ley de la inclusión escolar, por la que un niño con una limitación, cualquiera que sea, puede entrar desde chiquitito en un colegio regular.
Había chicos con síndrome de Down en colegios normales, pero a ellos solo se les integraba y no los incluyeron en la educación. La inclusión significa que la maestra tiene que hacer los ajustes para que el niño pase de grado.
– ¿Por qué resulta difícil incluir a las personas con discapacidad en la sociedad?
– En la sociedad o comunidad es la infraestructura. No tanto la mentalidad sino más la infraestructura y la formación de las personas para que verdaderamente puede ser una educación inclusiva, por ejemplo. Y en el trabajo hay lo que se llama: inclusión en el mundo laboral. Hay una ley que establece que un 5% de los contratados en empresas públicas deben ser personas con discapacidades. Pero tampoco las empresas están preparadas. En nuestro caso tenemos 6 chicos integrados en el mundo laboral y 18 en escuelas regulares.
– En el Paraguay, la tasa del analfabetismo en la población con discapacidad es del 43%, a diferencia del 7% de la población sin alguna limitación, de acuerdo a datos de la SENADIS. ¿Esto significa que los padres que tienen hijos con discapacidades no los envían a centros educativos o existe una alta exclusión educativa?
– Los padres, muchas veces, no se dan cuenta, porque no siempre se ve físicamente. Y cuando los padres lo notan, muchas veces ya es tarde. Llevan a sus hijos con 14 años a un centro especial, y ya es tarde. Ahora, cuando niños con este síndrome nacen, el doctor dice que lo tiene. Si los padres tienen suficiente sustento económico, envían a sus hijos para que reciban esa estimulación temprana. En síntesis, porque los padres no están suficientemente informados o porque no tienen los medios para el tratamiento especial del hijo.
– ¿Qué repercusión tiene en el alumnado la educación inclusiva?
– Se está trabajando para una educación inclusiva. La inclusión en sí es que el chico con alguna discapacidad pueda tener una vida normal, en relación a la sociedad normal. La repercusión es positiva, siempre lo es. En un trabajo o una escuela, una persona con discapacidad genera sentimientos variados en un ambiente.
Realmente cambia la actitud, los valores y los pensamientos quienes están alrededor de las personas con discapacidades. Por ejemplo, la empresa Jobs tienen una persona con discapacidad incluida en su trabajo y el gerente de Recursos Humanos me contó que le cambió el ambiente. El joven viene en una silla de ruedas y vos venís argel o infeliz de tu casa y lo ves a él, te contagia con su sonrisa en la mañana. Esas son las cosas que repercuten en las demás personas.
– En Europa (España, Alemania) se escucha que varios padres se quejan de que la repercusión de la educación inclusiva es negativa, en vez de positiva, en el resto del alumnado que no cuenta con alguna discapacidad.
– Sí, acá hay colegios que no tienen problema con tener niños con discapacidades. Pero hay padres que dicen que estos van a retrasar a sus hijos en la escuela. No quieren que esté una persona con alguna discapacidad porque dicen que la maestra va a dejar de lado a su hijo y atender más a la persona con discapacidad.
– ¿Y esta situación no se da en la realidad?
– No, realmente no. La educación debe ser individualizada. Si tenés a 20 niños en tu aula, cada uno aprende diferente. Algunos aprenden mirando, tocando, haciendo, leyendo, y es que los profesores no hacen eso. Ese es el problema, y no el programa de la educación inclusiva.
– ¿Hay algún país que destaque por sus buenas prácticas en educación inclusiva y que les sirva como modelo?
– Sí hay, como España y Chile. Nosotros vemos mucho por internet cómo se trabaja en Chile con la discapacidad en general y también lo que se hace en EE.UU. Ahora estamos viendo cómo adaptar el programa de los centros ‘días’ que se utilizan en España y Chile.
En esos centros se apunta a que los jóvenes logren un cierto grado de autonomía, es decir, bañarse, comer, vestirse, ir al súper y al trabajo, solos. Ellos quedan todo el día en el centro y tienen una persona que monitorea todas sus actividades. Funciona como por ejemplo cuando se vive entre 2 amigas en un apartamento, y eso queremos hacer acá. Aún falta mucho, porque primeramente los padres deben entender que su joven de 20 y más años quiere ser independiente, vivir solo.