Marlene Gossen, enfermera y supervisora del hogar Vientos de esperanza
Texto: Vanessa Penner
Foto: Gentileza
“Sentí que debía hacer algo para las mujeres paraguayas”, dijo Marlene Gossen, actual supervisora del hogar para niñas víctimas de abusos, Vientos de esperanza. Agregó que su sueño, aún no logrado, es acompañar a jóvenes huérfanas que cumplen 18 años, edad en la cual salen del hogar.
Marlene Gossen se recibió de enfermera. Trabajó varios años en su profesión, en el Hospital Concordia Neuland, y más tarde tuvo su propia panadería, que vendió para entrar en su actual trabajo. Ahora, la chaqueña Gossen trabaja en la supervisión del hogar Vientos de esperanza, para niñas víctimas de abusos.
-¿Qué la motivó a estudiar enfermería?
A mí me motivó la oportunidad de ayudar a mi prójimo, pero sí me costó en cuanto a aprender. Una vez decidido y el estudio empezado, nunca retrocedí, y estoy feliz con la decisión tomada. Además, sentí y sé que era un llamado de Dios.
¿Cómo sabía que era un llamado de Dios?
Me di cuenta porque de repente varias personas se acercaron y me decían que sentían que yo tenía que estudiar enfermería. Cuando empecé a reflexionar, vi la falta de atención sanitaria y decidí hacerlo, confiando en que fue un llamado de Dios. Un indicio de que es lo que Dios quiere es el sentimiento de una profunda paz sobre una decisión tomada.
-Ustedes como pareja dejaron todo lo que tenían y se entregaron al servicio en el hogar Vientos de esperanza. ¿Qué los motivó, especialmente a vos?
Primero, hace mucho ya era mi sueño ayudar a la mujer paraguaya. Sentí que debía hacer algo. Segundo, como pareja decidimos, cuando nuestros hijos sean grandes, servir a nuestro Dios y al país. Pedimos a Dios que nos diera una oportunidad.
Cuando recibimos la llamada de la fundadora del hogar (Vientos de esperanza), la señora Melita Wall, y nos preguntó si quisiéramos trabajar con ella, sabíamos intuitivamente que esta era nuestra oportunidad.
Tercero, más que un año antes de la llamada, participé en un curso de líderes en el cual dibujé que iba servir a mujeres en Paraguay para que no lloren más. Pues nosotros recibimos tanta bendición, y queremos compartirla con los demás. Estos puntos nos motivaron para hacer este trabajo.
-¿Qué siente cuando ve a las niñas y jóvenes, con sus cicatrices?
Yo siento que hay una gran necesidad de amor, que buscan protección, guía y educación. Muchas de ellas vienen de la calle, vienen abusadas, violadas y maltratadas, y tengo ganas de escucharlas, abrazarlas y darles el amor maternal. Además, tristeza porque hoy aún no todos entendieron que la persona debe ser tratada con dignidad y respeto.
-¿Qué le resulta más duro o difícil?
Lo más difícil es ver cuando una joven se desvía o se opone. Para una buena convivencia, siempre se establecen reglas, pero lo complicado es encontrar la forma de no lastimarla y de mostrarle que buscamos su bien, y no lo contrario.
Además, claro que vivimos tiempos difíciles y nos sentimos tristes, sin fuerza o esperanza. Cuando se da esta situación, oro, canto o me voy al hogar de las niñas, simplemente para hacer algo con y para ellas, para verlas sonreír, para abrazarlas, y después me siento satisfecha y con ganas de seguir con el trabajo.
-¿Cómo enfrenta usted todo el dolor?
Lo enfrento con mucha oración, por y varias veces con ellas (las niñas), y tratarlas con respeto y dignidad. Nosotros, lastimosamente, no tenemos un consejero, pues nos ayudaría mucho en cuanto a trabajar con nuestras experiencias personales.
Pero nos vaciamos en conversaciones con nuestros mejores amigos, en oración y nos llenamos especialmente en los cultos de la iglesia evangélica cada domingo, en los estudios bíblicos semanales y encuentros familiares o de amigos.
-Publicaron en la prensa que una niña de 1 año y medio falleció por causa de una violación. Según su opinión, ¿por qué hay tanto abuso y violencia en Paraguay?
Yo creo que se trata de un espiral o un círculo que no tiene comienzo ni fin. Cuando uno vivió violación y no busca ayuda, muchas veces se convierte en otro violador. Pero también veo que los medios de comunicación de masas ejercen una influencia negativa en los niños y adultos porque muestran tanta violencia, razón por la cual se vuelve normal aplicarla en la vida real.
Lo que, según mi punto de vista, se puede hacer es concientizar a la población paraguaya de que todas las personas tienen dignidad y que deben ser tratadas con respeto.
-¿Tiene un sueño aún no cumplido o tiene una idea de hasta dónde la va a llevar el llamado como trabajadora en el hogar Vientos de Esperanza?
Una buena pregunta. Estoy muchas veces pensando en las jóvenes que cumplen 18 años. Entonces ellas pueden tomar libremente sus decisiones, pero al mismo tiempo deben salir del hogar. Veo que muchas de ellas no saben a dónde ir, ya que no tienen un hogar. Mi sueño aún no cumplido es acompañarlas, guiarlas y apoyarlas. Veremos como pareja cómo lo vamos a poder realizar.