Nota: Gabriela Monroy
Foto: Gentileza
Originaria de la ciudad San José de los Arroyos, nació el 25 de septiembre de 1977 en el seno de una familia de artistas. Clara Franco, mamá y papá de 3 hijos, Cecilia de 16 años , Eligio de 8 años y Maika de 5 años, actualmente le da vida a sus personajes en el programa televisivo Vive la vida.
-¿Cómo comenzó a incursionar en el mundo del Humor?
-Todo comenzó por la música. Estudié música en el Brasil y también canto lírico. Mi papá nos motivó. Entonces armamos un trío de «Las hermanitas Franco» que después se transformó en un dúo. La música se convirtió en un modo de vida para nosotras, vivíamos actuando en festivales, luego empezamos a salir en programas y en concursos. Así se fue dando hasta que llegó el momento de terminar el colegio y empezar a trabajar. Esos años me dieron una apertura y me permitieron sostener la gran cantidad de trabajos que hice. A la par, desde muy chiquitita comencé a estudiar declamación y teatro. Tenía serios problemas con mis profesores y mis parientes porque me pasaba remedando a todo el mundo.
-¿Cómo se introdujo en los medios?
-Empecé trabajando, no precisamente en los medios. Comencé a hacer personajes llamando a la radio cuando trabajaba en un banco en el centro, de telefonista. Les llamó la atención que siempre el mismo número de cédula ganaba todos los premios y me iba yo a retirarlos. Entonces, un día me dijeron: “¿no quieres trabajar aquí?”. Trabajé oficialmente en los medios en la Rock ‘n Pop en el 96 y en Radio Ñanduti. Ahí se fue gestando mi trabajo como humorista y comencé a perfilarme un poco más hacia lo que fue mi encuentro con la televisión. Después, ya estuve en un programa de entretenimiento donde hacia sketchs cómicos en Telefuturo, luego pasé al elenco de Me cargo de risa y, de ahí, surge la idea de hacer Telecomio. Ese fue el boom de mi carrera. Pero antes, cuando fui alumna de teatro, empecé a trabajar haciendo de extra y teniendo alguna participación en “Nuestros fantasmas”. Estuve también en un programa infantil donde hacía de una profesora gorda, Color Match se llamaba. De todo ya hice.
-¿Cómo nace tu inspiración para tus personajes?
-Saco mi inspiración de la gente, de lo cotidiano. Me encanta fijarme en ciertos personajes. Por darte un ejemplo, «La yuyera» es un personaje creado por mí, basado en las verdaderas yuyeras. «La yuyera» es la señora esa que, a pesar de tener 14 mil hijos y 500 mil problemas, igual te atiende de maravilla, que: «che mamita, che mamita, che amor, che reina”, te dice. Te vende sus yuyos con todo el cariño y la buena onda posible. Lo que yo hice es una caricatura de eso. Porque hay señoras que son así. Yo le agregué el molde gigante y la cara hecha bolsa para perjudicar, pero, siempre está basado en personas que yo conocí. Tengo muchas inspiraciones para «Eusebio». Un tiempo viví sobre 5ta avenida, entonces, ahí les veía a los de la barra brava de cerro. Me enseñaban el lenguaje del “pibe chorro”, todas las boludeces que dice este personaje que creé. «Eusebio» empezó en radio con Milva Gauto. Yo estaba embarazada de Ceci cuando empecé a interpretarlo y el personaje era no más un «romántico» que le tiraba poemas a Milva Gauto. Cuando me tuve que disfrazar no correspondía con lo que yo describía en la radio. Le di otro vuelco porque se convirtió en «pibe chorro» por las características de lo que encontré como vestuario. Para las imitaciones con más razón me inspiro mirando a la gente. Siempre fui de estudiarle mucho a la persona que voy a imitar. Tengo que mirar qué dice, qué hace. Le busco la vuelta. Te digo esto porque hay gente que no necesita mucha preparación. Gustavo Cabañas, por ejemplo, es un tipo que no necesita estudiarles mucho a sus personajes, en segundos ya te saca algo. Vengo de la escuela del aprendizaje, tengo mucho de improvisación también porque me encanta improvisar pero me gusta por lo menos hacer un esquema previo de lo que voy a hacer.
-¿Cuáles consideras tus personajes más icónicos?
-Mis personajes más icónicos serían la yuyera y Eusebio, de los míos creados. Pero Menchi es una de mis mejores imitaciones . Es más, antes de salir del canal me gritaron: “Menchi, Menchi” , me di la vuelta y les dije: “¿qué pasó?». Ahora ya nos confunden porque ya estoy más flaca. Tengo personajes muy queridos que me encantaron hacer pero, con los que más hago cosas hasta hoy en día, desde hace 18 años, son la Yuyera y Eusebio.
-¿Alguna anécdota sobre estos personajes que nos quiera compartir?
-Al comienzo no sabían que era yo cuando me disfrazaba de Eusebio. El primer día que llegue al set de grabación dijeron: “échenle de acá a este tipo, ¿qué hace este pibe chorro acá?”. Casi mueren cuando les respondí: “¡no!, ¡soy yo!”. Así también, en muchas actuaciones, cuando trabajaba con las vedettes, todo el mundo pensaba que era un tipo. Habían tipos que me querían pegar porque yo les tocaba a las modelos; “te vamos a matar” me decían, “ejú na”, les gritaba. Después me bajaba del escenario, me cambiaba y salía, nadie se daba cuenta. Me ha pasado también que se han enamorado chicas de mis personajes masculinos.
-¿Qué significó haber ganado parodiando en tu vida?
-Primero que nada, haber ganado parodiando me lleno de orgullo porque es lo que más yo quería y lo que más sé hacer, la parodia. Me llenó de satisfacción y un poco de plata (ríe). Pero a raíz de eso tengo más compromisos. Yo me dedico a esto. Yo me decía: «si yo no gano este concurso, mejor me retiro». Si bien, es un programa televisivo, fue algo que tuvo cierto aporte al público. Yo me preparé muchísimo. Hice training de canto porque estaba muy cómoda en mi zona de confort con mis yuyitos y demás cositas. En ese entonces tenía un montón de problemas personales aparte de esto. Tuve que dejar de lado mis problemas personales, mi sogue, mis plagueos y entrar en cada personaje encarando todo de la mejor manera. Encima, como estoy acostumbrada a improvisar, esta vez tenía que aprenderme verdaderas letras de música. Cuando yo era cantante siempre tenía mi copiatín nomás porque no quería aprenderme las letras. Entonces, esto era aprender canciones nuevas cada semana y me pasarme viendo videos de los personajes que tenía que interpretar. Para mí, esto es una de mis grandes satisfacciones poder haber logrado eso. Ahora a un año de haber ganado parodiando me está dando los frutos necesarios. En ese entonces estaba con un sobrepeso muy importante de 30 kilos encima, no podía hacer muchas cosas en la TV que ahora sí puedo. Parodiando fue mi coronación y puerta a muchas cosas.
-¿Algún consejo para las personas interesadas en hacer humor en Paraguay?
-Un consejo para las personas que quieren hacer humor en el Paraguay, especialmente para las mujeres, esto es muy difícil porque nuestro ambiente es muy machista, en todos los sentidos. Los humoristas más grandes siempre han sido varones. Podés contar con los dedos a las humoristas paraguayas; Perlita Fernández, Maricha Olitte, Máxima Lugo, y no estoy recordando más personas. Entonces, para una persona que quiere dedicarse a hacer humor lo más importante es la preparación por más que uno tenga el talento. Sin preparación te volvés un idiota, porque hay muchas personas súper talentosas acá pero como no tienen la educación, ni el rigor de la enseñanza, ni de la disciplina, en algún momento dado te hacen una macanada. O te llega tarde, o no te llega, o es maleducado, o es orgulloso e insoportable.
Yo no logré terminar mis estudios universitarios pero sí tengo una buena base de arte, de cultura, de teatro, de declamación. Hacer humor es un trabajo serio. Es buscar la manera de hacerle reír al más apático de entre el público. El público paraguayo es difícil, van a los espectáculos con una predisposición negativa. Te cuestionan todo el tiempo. Esto ya no se da casi si sos una persona famosa. Hoy por hoy, yo digo: “hola” y ya se ríen. Uno siempre tiene que preparase y, sobre todo, nunca olvidarse de lo que uno es. Entrar en personajes sin desligarse de su esencia personal.
También hay que entender que estamos en un país chico; como comediantes podemos salir a afuera pero nuestro humor les causa gracia solo a nuestra población. Tenemos el guaraní, hay bromas que solamente en guaraní son simpáticas y nuestras paraguayadas que son geniales. Uno debe adaptarse a su público, hay países que no saben ni donde queda Paraguay, vos tenés que buscar cómo llegarle al público extranjero. Yo estuve por México y tuve que «amexicanar» mi actuación para que les cause gracia.
Yo siempre dije: «quiero estar en Hollywood pero voy a empezar no más por Asunción del Paraguay» (ríe). Yo estaba en un pueblo, logré salir y llegar, de a poco, en donde estoy. Me inspiro en como lo hicieron los más grandes comediantes en la historia; de Chaplin, por ejemplo; la de Chespirito, la de Mario Moreno “Cantinflas”; entonces, veo qué recursos tengo yo acá y trabajo con eso.