“Escribir sobre los artistas exiliados era la manera que teníamos de mantenerlos en la memoria»

Nota: Leticia Ferro

Foto: Gentileza del entrevistado

v pecci

Con 70 años y una carrera tan prolífica como diversa, Antonio Pecci no se rinde y sigue construyendo experiencias en las áreas que moldearon su extenso currículum como periodista, gestor cultural e investigador. En esta entrevista, narra su experiencia personal como comunicador disidente durante la dictadura en el ámbito del periodismo cultural; territorio especialmente complicado debido al exilio de las principales figuras artísticas e intelectuales del país.

A pesar de las duras vivencias que atravesó como gestor cultural y periodista opositor al régimen de Alfredo Stroessner, a Antonio Pecci (nacido en Asunción como Antonio Valenzuela el 6 de junio de 1943) se le sigue iluminando la mirada cuando rememora esa época. Con una mezcla de nostalgia, orgullo y rebeldía, revive los momentos que le marcaron a fuego en el estudio que tiene montado en su residencia del barrio San Jorge de la capital: un espacio inundado de libros e historia, donde escribe ensayos, artículos y libros.
Con su andar entusiasta y tranquilo, se acomoda en el living de su casa para transportarnos a otras épocas, donde la libertad de expresión era una lucha cotidiana que los trabajadores de la comunicación debían defender. Actualmente se encuentra abocado a investigar sobre la obra de José Asunción Flores y sus años en el exilio. Comenta que para esto recopiló materiales inéditos y realizó entrevistas con colegas y amigos: considerando el valor histórico de lo que encontró, decidió dar forma de libro a sus hallazgos.
De forma amena, Pecci contextualiza la situación del periodismo durante la dictadura: “En la década del ’60, el periodismo escrito evidenció un gran adelanto porque se multiplicaron los periódicos, semanarios y revistas, sin embargo, en los años ’70 la actitud represiva del régimen censura varios medios, y por esto se la conoce como la década de plomo: varios  periodistas fueron perseguidos, amenazados, presos”.
“En el periodismo escrito se produce un gran salto a fines de los ’60 por el surgimiento de ABC Color. En ese entonces La Tribuna, que tenía un buen plantel de periodistas, tenía la particularidad de no emitir opinión como medio, no tenía editorial. Es decir, era meramente informativo. Con la aparición de ABC surge un tipo de periodismo con análisis crítico de la realidad”, subraya Pecci.
Se evidencia su entusiasmo al adentrarse en la historia del periodismo cultural paraguayo, tema que le apasiona. “La Tribuna tenía unos suplementos culturales excelentes, dirigidos por José Luis Appleyard: posiblemente uno de los mejores suplementos dominicales que tuvo el país. Sin embargo, el suplemento cultural de ABC fue el responsable de introducir aspectos de la crítica moderna al periodismo nacional, que abarcó muchos ámbitos del quehacer cultural”.

-¿Cuáles eran, en ese entonces, los mayores desafíos que tenían los periodistas y los medios?
-Estoy convencido de que los periodistas fueron actores fundamentales en la lucha contra el régimen. Este tipo de periodismo, más analítico y profundo, le dio la posibilidad a los comunicadores de confrontar al régimen de manera sucesiva y sostenida en el tiempo en la medida en que iban chocando contra la matriz del régimen totalitario que buscaba controlar a la población, entonces se comienza a producir la clausura de medios como El Pueblo, El Radical, Comunidad.
Comunidad tenía un equipo de redactores conformado por académicos, intelectuales y estudiantes y estaba dirigido por Gilberto Giménez, que realizó un periodismo de gran calidad en cuanto a análisis político y cultural, con mucho impacto en la población. “Dejaba en evidencia el discurso del régimen, las desigualdades y la situación de los presos políticos”, cuenta. Fue clausurado en dos oportunidades y, de manera permanente, en 1969. Este acontecimiento cierra una década de más tolerancia para pasar a más control del régimen a la ciudadanía, en los siguientes años. (En ese entonces, Pecci iniciaba su carrera periodística como colaborador del periódico de la Conferencia Episcopal Paraguaya, Sendero, que se constituyó en el sucesor de Comunidad. Esta publicación había sido silenciada en 1969 como consecuencia de la represión del régimen).

-¿Cómo lidiaban con la persecución gubernamental?
-El Operativo Cóndor hizo que también se realice un control con la prensa de los distintos países, debíamos ser muy cuidadosos con lo que escribíamos. Si bien, existía una conciencia de lucha por la libertad y los derechos humanos, al mismo tiempo el control era feroz. Existía material para realizar un periodismo donde se podía enunciar y analizar determinados fenómenos, cuidando los niveles para no provocar una represión directa.

-¿Cuáles fueron los mecanismos de represión por parte del estado?
-Muchos periodistas sufrieron distintos tipos de medidas: amenazas, amedrentamientos y llamados para acudir al Ministerio del Interior, como fue el caso de González Delvalle, Helio Vera, entre otros. Una situación similar me tocó en carne propia el 19 de julio de 1977, siendo detenido junto a otros colegas de la revista “Criterio”, donde escribía regularmente. En otra ocasión más, estuve encarcelado.

 –¿Había un trabajo conjunto entre los medios de prensa o los periodistas para hacer frente al gobierno y sus atropellos?
-Sí, hay que rescatar que se va formando una conciencia en los colegas y, por esto, en 1969 un grupo de 100 periodistas constituímos el Sindicato de Periodistas del Paraguay como un gremio independiente. Aunque inicialmente fue creado para conseguir mejoras salariales, con el tiempo se convierte en un espacio mas político, asumiendo la defensa de periodistas o medios clausurados, realizando denuncias. Este sindicato jugó un papel importante, alentando a un periodismo crítico e independiente al poder.

-¿Cómo manejaban los medios esa censura, o era más bien un asunto de auto-censura?
-En los equipos periodísticos existía una discusión constante sobre ese tema: los periodistas intentábamos siempre de tocar la realidad a fondo. Las cabezas de equipo generalmente buscaban que el abordaje no fuera tan duro para no enfrentarnos con el ejército o la figura del presidente. Diría que los niveles de auto-censura eran mínimos… lo que narrábamos eran hechos de dominio publico: si ignorábamos tantas cosas, el lector iba a consultar otro medio. En el ejercicio del periodismo existía una lucha entre el interés comercial, el perfil que se quería mantener, y la postura oficial de ignorar ciertos temas: que podrían comprometer incluso la continuidad del medio.

-¿Cuáles eran los temas más delicados de tocar?
-Un tema casi prohibido era todo lo concerniente a las Fuerzas Armadas; no podíamos hablar de corrupción, de maltratos, de violaciones a los derechos humanos o de militares involucrados en contrabando y tráfico de drogas. Esto motivaba, en numerosas ocasiones, a los medios proteger la identidad de los periodistas, quienes se refugiaban en el anonimato o la utilización de seudónimos a la hora de firmar sus artículos. Paraguay era considerado por el gobierno como un “país de maravillas”, la prensa buscaba de manera creativa, desenmascarar esa imagen falsa y edulcorada. Nuevamente, aquí, el sindicato era importante al manifestarse públicamente: como mecanismo de protección, y también para presionar a los medios.

pecci dictadura

Contacto con artistas exiliados 

-Tuvo un contacto cercano con Roa Bastos y otros artistas que sufrieron persecución y exilio, ¿puede contarnos cómo vio el proceso de migración de intelectuales del país?
-De acuerdo con una visión personal mía, estar en el ámbito cultural en esa época era como estar huérfano. En un proceso cultural, los referentes son muy importantes; si ibas a escribir de literatura y no lo tenías en el país a Roa Bastos o a Casaccia, si ibas a hablar de poesía y no lo tenias a Elvio Romero. Si para escribir sobre música te faltaba Jose Asunción Flores o Herminio Giménez… todo eso generaba un ambiente muy árido.

-¿Cómo enfrentó esa falta de referentes como periodista interesado en los fenómenos culturales?
-Tratábamos de estar en contacto con ellos… el gran deseo que pude materializar fue ir a conocer a estos referentes. Me lo propuse, fui a Buenos Aires con unos pocos pesos y pude concretarlo. Si estaban vivos, ¿porqué no hablar sobre ellos? Sin embargo, más allá de la admiración que sentía hacia estos referentes y su ímpetu por escribir sobre ellos, esto representaba una posición política.
Tuve la oportunidad y el privilegio de poder conocerlos y tratar con ellos. Flores fue el primero que conocí: como persona era extraordinario, tenía un enorme carisma, aparte de su talento musical. En la comunidad de paraguayos de Buenos Aires se lo conocía como “El Maestro”; para nosotros, ellos eran como leyendas. Escribir sobre los artistas exiliados era la manera que teníamos de mantenerlos en la memoria.

-¿Cómo impactaba la censura y la represión en el quehacer cultural del país?
-En el plano cultural existían dos Paraguay: el Paraguay del exilio, con grandes figuras intelectuales y artísticas, y el Paraguay donde el crecimiento cultural era lento y con difíciles condiciones. Tuve la suerte de ver que esos dos Paraguay se encontraran a la caída de Stroessner: Flores no pudo volver porque había fallecido, sin embargo, personajes como Bareiro Saguier, Roa Bastos, Herminio Giménez y Elvio Romero volvieron. Lamento que a pesar de esto, el contexto democrático no potenció el crecimiento cultural. El clima de censura y represión, y el alejamiento de la estas figuras, representó un gran retraso cultural que hasta ahora percibimos.

-A su criterio, ¿qué se necesita para contrarrestar el daño hecho a nivel cultural?
-En comparación a países vecinos, aún estamos en desventaja: el régimen tuvo la capacidad de obstruir el desarrollo del pensamiento critico y la producción artística. En estos 27 años de democracia se ha recorrido bastante, pero si no existen políticas públicas en función de las necesidades y voluntad de introducir tecnologías de innovación en un clima de libertad y tolerancia, eso va a determinar un avance más lento en la materia. Sin embargo, aún podemos combatir el pesado atraso que acarrea el país en materia cultural.

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