Entrevista: Montserrat Valladares
Foto: Gentileza del entrevistado
“Yo nunca estoy del todo contento con lo que hago, termino un día y sé que pudo haber sido todavía mejor, y eso implica que hay una necesidad de seguir superándose”, confiesa Óscar Acosta, al referirse a su rutina; que empieza todos los días antes del amanecer, y en la que selecciona con mucho cuidado cuáles son los temas que “tenemos que saber antes de salir de nuestras casas”.
Óscar Acosta es comunicador. Comenzó su carrera en los años 70 como cronista deportivo, con tan sólo 20 años de edad y sin comprender mucho el oficio. Hoy, aparece primero en la lista de los periodistas más influyentes del país y reconoce toda la responsabilidad que trae consigo convertirse en figura pública.
-Naciste el día del periodista, ¿siempre quisiste ser uno, o fue algo que fue dándose naturalmente?
-No tenía idea entonces del acontecimiento que marcaba el calendario. Cuando supe que el día del periodista coincidía con el día de mi nacimiento, empecé a relacionar los sucesos que terminaron llevándome a este camino en los medios de comunicación.
-¿Por ejemplo?
-Y, por alguna razón era aplicado en la lectura más que en cualquier otra cosa. Esto hacía que la maestra de grado me eligiera para leer los programas de los actos culturales que eran muy frecuentes entonces. Mucho más que ahora, probablemente, en las escuelas públicas. Con motivo del día del niño, del día del árbol o del día del maestro, el elegido era yo.
-¿Cuál fue el momento que marcó tu vida profesional?
-Trabajé en varias otras cosas antes de hacer comunicación. Fui vendedor. Seguramente porque tenía ya alguna facilidad para hablar. El vendedor tiene que saber hablar. Tiene que tener argumentos para vender. Vendí sanitarios en una casa dedicada a la venta de artefactos sanitarios; vendí seguros, trabajé también de eso. Hasta que, un poquito antes de los 20 años, un amigo que era cronista deportivo, justo fue a hacer unas compras al negocio donde trabajaba y me dice: “vos tenés capacidad para hablar y estamos necesitando un cronista para hacer fútbol”, y me invitó. Yo trabajaba de lunes a sábado, pero tenía libre los fines de semana. Entonces acepté, fui, ensayé y creo que en la primera semana “salvé la materia” y estuve haciendo de cronista en la cancha pasando la lista del equipo de los clubes que iban a disputar un partido de fútbol. Después, ya todo fue concatenado. Ese fue el primer escalón a esto que estoy haciendo hoy en día. Que es lo que me gusta, lo que entiendo y lo que sé hacer. Y trato de merecer el lugar que la gente me da.
–Y hablando de merecer el lugar que la gente te da. Hace poco apareciste en el primer lugar de una lista que te califica como el periodista más influyente. ¿Qué sentís al repecto?
-Dije y reitero ahora, que lo que hace uno es asumir todavía una mayor responsabilidad. No es fácil, cada paso que uno da es una tarea delicada. Sobre todo en las redes sociales, de donde viene esa calificación. Y en donde la crítica, a veces con razón o sin ella, es cruel y contundente; mucho más que la crítica que se pueda emitir desde a través de un medio convencional. En las redes sociales, la crítica es espontánea, entonces se puede expresar preferencias y a veces también resentimientos hacia algunas personas, es normal que sea así y es bueno también que eso ocurra. Probablemente a mí tampoco me gusten algunas cosas, sólo que yo respondo de otra manera porque asumo un papel ante la gente. Tengo que tratar de ser más conciliador porque ese es el papel, lo cual no quiere decir que no tenga firmeza en algunas cosas.
-Hablando del papel que asumís. También sos una persona muy política. ¿Te gustaría incurrir un poco más en esa faceta?
-Mirar desde la gradería, ver pasar la vida, ver la frustración de la gente que sigue reclamando legítimamente satisfacer sus necesidades básicas, a veces te tienta hacer un trabajo político. Pero la popularidad no es igual a la eficiencia. Por eso es un riesgo muy grande. Algunos aprenden y se van; tenemos ejemplos de periodistas que se tiraron a la arena partidaria primero y después a la política nacional. Pero hacer trabajo de prensa también es hacer política, pasa que no se tiene poder administrativo nomás, pero se ejerce un gran poder. Se puede influenciar, y muchísimo, en la agenda pública y en la agenda ciudadana.
-No en vano, la mayoría de las denuncias ciudadanas se hacen a través de la prensa
-Y ese es un drama. Hay ausencia de eficiencia en los organismos del Estado, entonces la gente cree que en los medios puede encontrar el remedio. Pero el papel de la prensa es tratar de encaminar a las instituciones a que cumplan con su cometido, no de solucionar los problemas.
-¿Cuál fue el obstáculo más difícil de superar en tu carrera profesional?
-El reconocimiento de la limitación académica e intelectual. Y saber que pudo haber sido mejor, que pude haberme cultivado mejor y mucho antes. El no haber tenido una oportunidad y un ambiente propicio y holgura económica para mantener una familia y, al mismo tiempo, poder pagarme los estudios. Son momentos difíciles, y cuando uno está en medio de eso, y ya tiene cierta autonomía económica, trata un poco de ver si uno no pudo haber sido mucho mejor de lo que es. No es una impotencia o una frustración, sino que siento el peso de que algo pudo haber funcionado mejor en la carrera. Y mi refugio es esperar que mis hijos sí puedan cumplir el sueño que a mí no me alcanzó. Y esa sí, es una satisfacción más grande todavía. Más que un consuelo, es un equilibrio de las cosas que nos faltan.
-Por último, me gustaría pedirte algún consejo que puedas dejarle a los estudiantes de comunicación.
-Yo digo siempre una cosa fundamental. Primero, estudiar, segundo, estudiar y tercero, estudiar. Adquirir la mayor cantidad posible de conocimiento. Si partimos del conocimiento, se van a solucionar problemas individuales y colectivos. Y para tener conocimiento hay que educarse; por lo tanto, hay que estudiar, estudiar y estudiar.