Texto: Maya Núñez, Gabriela Zapata, María Paz Gómez, José Jiménez, Maximiliano Núñez, Alejandra Garay, Guadalupe Acosta y Ali Rehnfeldt
Fotos: Laura Cabrera
La Providencia -sede de las carreras de Comunicación y Pedagogía- se caracteriza por los tonos de grises desgastados, con aulas sin gracia y muebles deteriorados.
Sin gracia y un poco aburridas son las aulas de la Facultad: con colores apagados, el piso un poco gastado, el pizarrón sin pinceles y los aires acondicionados que apenas funcionan. La temperatura suele ser insoportable en los días de mucho calor. Sin embargo en los días de frío el ambiente es muy acogedor. Las clases tienen muchos modelos de sillas, pero sus colores solo se limitan a marrones y azules desgastados, que reflejan la antigüedad del mobiliario.
Las paredes están carcomidas y deterioradas, debido a que la lluvia penetra y forma humedad en los muros, lo que lleva al desprendimiento del revoque, la aparición de fisuras y hongos.
Los accesos de la facultad, a pesar de ser amplios y estar custodiados por personal de seguridad, cuentan con fallas de infraestructura a la hora de ser inclusivos, ya que no están preparados para facilitar el ingreso a personas con discapacidad. Además, el ingreso a las clases se dificulta debido a que la mayoría de ellas se encuentra en la planta alta del edificio, que no cuenta con elevador o alguna alternativa a las escaleras.
La Internet de la Facultad funciona cada vez que viene el Papa. El wi-fi es peor que la conexión que Tigo instala en las plazas. Los celulares inteligentes dejan de serlo al no tener la «sal yodada» (Internet) necesaria para funcionar.
Más verde
Está comprobado que los jardines ayudan a liberar del estrés y a inspirar creaciones para lograr armonía por lo que un poco menos de cemento ayudará a mejorar el clima mental del estudiantado.
La Providencia carece de un espacio verde planificado. Unas pocas plantas elegidas sobreviven: tres árboles de tajy, unos pocos pinos, algunas palmeras, macetas dispersas, arbustos y medio metro de pasto. Lo importante no es la cantidad sino un espacio bien utilizado y cuidado.
Las maderas rotas de los bancos tratan de alcanzar de una manera casi absurda los extremos de las estructuras de metal. Rechinan y se hunden ante el mínimo peso, consumidas por la humedad. De cada cuatro bancos de jardín sólo uno acepta que dos o tres personas reposen un rato. Ante la crisis de asientos, los pisos y las escaleras son los lugares predilectos de los estudiantes durante los recesos.
Un oasis de paz
La tranquilidad se esconde detrás de las puertas de blíndex de la biblioteca de la Universidad Catolica Pablo VI, que se encuentra al final del patio de la Providencia. Es un buen lugar para estudiar, concentrarse en la lectura, relajarse del ruido o utilizar las computadoras.
Al fondo, a la izquierda, la cantina no ofrece un buen servicio. No se encuentra en un lugar estratégico, ya que está alejada de las salas y en caso de lluvia es preferible evitar mojarse. Las paredes de afuera están mal pintadas con aerosol verde. Por dentro, las mesas están sucias y los basureros rebosantes de basura sin retirar.
A los aspectos negativos de la parte estética, edilicia e higiénica de la cantina, se debe sumar la calidad de los alimentos, que a veces están vencidos y cuyos precios son elevados.